jueves, 23 de octubre de 2008

BENEDICTO XVI EN LA AUDIENCIA GENERAL HABLA DE SAN PABLO


VATICANO - Para San Paolo, Cristo es "el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todos los esfuerzo que realiza para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo": la catequesis del Papa Benedicto XVI en la audiencia general
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Hoy quisiera hablar de la enseñanza que san Pablo nos ha dejado sobre la centralidad del Cristo resucitado en el misterio de la salvación, sobre su cristología… Cristo es para el apóstol el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todos los esfuerzo que realiza para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo. Y se trata de un Cristo vivo, concreto". Con estas palabras ha introducido el Santo Padre Benedicto XVI su catequesis durante la audiencia general del miércoles 22 de octubre, en la plaza de San Pedro.
Pablo no se preocupa en sus escritos de narrar los hechos individuales de la vida de Jesús, ha explicado el Santo Padre, "su intento pastoral y teológico estaba tan dirigida a la edificación de las nacientes comunidades, que era espontáneo en él concentrar todo en el anuncio de Jesucristo como “Señor”, vivo ahora y presente en medio de los suyos. De ahí la esencialidad característica de la cristología paulina, que desarrolla las profundidades del misterio con una preocupación constante y precisa: anunciar, ciertamente, a Jesús, su enseñanza, pero anunciar sobre todo la realidad central de su muerte y resurrección, como culmen de su existencia terrena y raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el Apóstol, la resurrección no es un acontecimiento en sí mismo, separado de la muerte: el Resucitado es el mismo que fue crucificado. También como Resucitado lleva sus heridas”.

El Apóstol Paolo contempla el misterio de lo Crucificado-resucitado y "a través de los sufrimientos experimentados por Cristo en su humanidad (dimensione terrena) llega a esa existencia eterna en que Él es uno con el Padre (dimensión pre-temporal)”. Estas dos dimensiones ya estaban presentes en el Antiguo Testamento, en la figura de la Sabiduría y en la exaltación del papel de la Sabiduría preexistente a la creación del mundo. "Los mismos textos sapienciales que hablan de la preexistencia eterna de la Sabiduría - ha continuado el Papa -, hablan también de su descendimiento, del abajamiento de esta Sabiduría, que se ha creado una tienda entre los hombres. Así sentimos resonar ya las palabras del Evangelio de Juan que habla de la tienda de la carne del Señor". San Pablo, en su cristología, “se refiere precisamente a esta perspectiva sapiencial: reconoce a Jesús la sabiduría eterna existente desde siempre, la sabiduría que desciende y se crea una tienda entre nosotros” y al mismo tiempo aclara que "Cristo, igual que la Sabiduría, puede ser rechazado sobre todo por los dominadores de este mundo, de modo que se crea en los planes de Dios una situación paradójica: la cruz, que se volverá en camino de salvación para todo el género humano”.
De la Carta a los Filipenses, se puede deducir que "la fe en la divinidad de Jesús no es un invento helenístico, surgido después de la vida terrena de Jesús, un invento que, olvidando su humanidad, lo habría divinizado: vemos en realidad que el primer judeo-cristianismo creía en la divinidad de Jesús, es más, podemos decir que los mismos Apóstoles, en los grandes momentos de la vida de su Maestro, han entendido que Él era el Hijo de Dios". En el himno de la Carta a los Filipenses, se ilustran los momentos principales del recorrido realizados por el Cristo: su preexistencia, su abajamiento voluntario hasta humillarse a si mismo, la respuesta del Padre a la humillación del Hijo. "Lo que impresiona es el contraste entre el abajamiento radical y la siguiente glorificación en la gloria de Dios. - ha puesto en evidencia al Pontífice -. La iniciativa de abajamiento, de humildad radical de Cristo, con la que contrasta la soberbia humana, es realmente expresión del amor divino; a ella le sigue esa elevación al cielo a la que Dios nos atrae con su amor del amor divino; a ella sigue aquella elevación al cielo al que Dios nos atrae con su amor".
Por último, el Papa ha citado la primera Carta a Timoteo como ejemplo de "otros lugares de la literatura paulina donde los temas de la preexistencia y del descendimiento del Hijo de Dios sobre la tierra están unidos entre ellos", y los últimos desarrollos de la cristología de san Pablo en las Cartas a los Colosenses y a los Efesios. "En la primera, Cristo es calificado como “primogénito de todas las criaturas” (1,15-20)” ha explicado el Papa, recordando que la palabra "primogénito" implica que “el primero entre muchos hijos, el primero entre muchos hermanos y hermanas, ha bajado para atraernos y hacernos sus hermanos y hermanas ". En la Carta a los Efesios se encuentra luego " bella exposición del plan divino de la salvación, cuando Pablo dice que en Cristo Dios quería recapitularlo todo. Cristo es la recapitulación de todo, reasume todo y nos guía a Dios. Y así implica un movimiento de descenso y de ascenso, invitándonos a participar en su humildad, es decir, a su amor hacia el prójimo, para ser así partícipes de su glorificación, convirtiéndonos con él en hijos en el Hijo”. (S.L) (Agencia Fides 23/10/2008)