jueves, 13 de noviembre de 2008

UN LIBRITO PARA CONOCER A SAN PABLO


Cuando los obispos son a la vez teólogos y unen la profundidad de los conocimientos a la vocación didáctica pueden resultar obras de gran interés. Los Padres de la Iglesia eran, muchos de ellos al menos, ambas cosas. Permítaseme esta evocación de la Antigüedad cristiana con ocasión de un pequeño libro que acabo de comprar y de leer: “En camino con san Pablo” de Carlo Ghidelli, editado por Paulinas (Madrid 2008, 79 páginas, 6 euros).
Carlo Ghidelli es un biblista italiano. Pero, a esta trayectoria personal y profesional, que ha cristalizado en numerosas publicaciones, se añade su condición de pastor de la Iglesia. De hecho, desde el año 2000, es el arzobispo de Lanciano-Ortona, en Italia. Y el libro que presentamos, “En camino con san Pablo”, es una carta pastoral que el Arzobispo dirige a sus diocesanos: “no sería procedente – escribe – que nos comprometiésemos únicamente en iniciativas de carácter exterior, como peregrinaciones y exposiciones, sin ponernos previamente a conocer en serio las Cartas de Pablo: éste es el principal motivo de esta carta”.
El libro está dividido en trece capítulos, cuyos títulos paso a enumerar para proporcionar una idea adecuada de su contenido: 1. La personalidad de Saulo/Paulo; 2. El encuentro de Damasco; 3. Páginas autobiográficas; 4. Pablo visto por Lucas; 5. Pablo en el Concilio de Jerusalén; 6. Pablo teólogo; 7. Teología cristocéntrica; 8. Pablo místico; 9. La paradoja paulina; 10. Pablo pedagogo; 11. Pablo misionero; 12. Pablo y nosotros; 13. Un posible itinerario.

El estilo del escrito, como corresponde a una carta pastoral, es profundo pero, a la vez, asequible. No requiere, para su lectura, especiales conocimientos. En particular, el capítulo 13 ofrece una guía pedagógica para adentrarse en las Cartas paulinas. Propone empezar por la Carta a los Filipenses y, siguiendo un itinerario de dificultad ascendente, concluir con la Carta a los Hebreos.
¿Qué quieren que les diga? Que ya he encargado ejemplares para distribuir entre mis feligreses. Ojalá que se cumpla lo que el Arzobispo expresa en la conclusión de su escrito: “Mi mayor deseo, en este año que dedicamos a un mayor conocimiento de san Pablo y sus cartas, es que nos anime a amar y a seguir con fidelidad a Jesús, el Señor".

Guillermo Juan Morado.

BASÍLICA DE LETRÁN



La Basílica de Letrán, edificada por el emperador Constantino y dedicada en el año 324, es la catedral del Papa, la sede del Sucesor de Pedro, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. Desde el siglo XI, la Iglesia Romana celebra la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán el día 9 de noviembre. Esta Basílica es llamada “cabeza y madre de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe” y constituye un punto de referencia para todos nosotros porque nos recuerda nuestra unión con el Papa. Como enseña el Concilio Vaticano II, el Sumo Pontífice “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen gentium 23). Sin el Papa, y mucho menos contra el Papa, no podemos vivir plenamente el misterio de la unidad de la Iglesia.
El “templo” es la morada de Dios entre los hombres; el ámbito privilegiado para encontrase con Él. Los israelitas veneraban el templo de Jerusalén. Y Jesús mismo comparte esta veneración y este respeto. Al expulsar a los mercaderes del templo, les dice: “No hagáis de la Casa de mi padre una casa de mercado” (Juan 2,16). Pero el templo de Jerusalén es prefiguración del Misterio de Cristo. La morada de Dios entre los hombres, el verdadero “lugar” de encuentro con Él, no es tanto un edificio construido por hombres, sino la misma Persona de Cristo, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre. Cuando el Señor profetiza la destrucción del templo, en realidad estaba hablando, como anota San Juan, “del templo de su cuerpo”, destruido en la muerte de cruz y levantado a los tres días por su gloriosa resurrección. El Cuerpo del Señor Resucitado es el Templo definitivo de Dios, “el lugar donde reside su gloria”.

Esta “personalización” del templo nos permite comprender también las palabras de San Pablo cuando dice: “Sois edificio de Dios (…), sois templo de Dios” (cf 1Corintios 3,9-11.16-17). Los cristianos, unidos al Señor por el Espíritu Santo, hechos miembros de su Cuerpo, somos en el mundo el Templo donde Dios habita. Como enseña Benedicto XVI, a propósito de la doctrina eclesiológica de San Pablo, “se supera también [al decir vosotros “sois templo de Dios”] el concepto de un espacio material, para transferir este valor a la realidad de una comunidad viva de fe. Si antes los templos se consideraban lugares de la presencia de Dios, ahora se sabe y se ve que Dios no habita en edificios hechos de piedra, sino que el lugar de la presencia de Dios en el mundo es la comunidad viva de los creyentes” (Audiencia, 15 de Octubre de 2008).
Si Cristo es el Templo definitivo y nosotros, unidos a Él, formamos parte de ese Templo; más aún, somos ese Templo, ¿qué papel le corresponde a las iglesias visibles, a los lugares santos donde nos reunimos para orar y alabar a Dios? Podemos decir que los edificios visibles destinados al culto son templos – en plural - que significan y manifiestan el Templo – en singular -. Lo más importante no son las iglesias de piedra, sino la Iglesia, la comunidad de los creyentes, en la que Dios habita y se hace hoy, en medio del mundo, cercano a los hombres.
Debemos cuidar nuestros lugares de culto, procurando que sean bellos y acogedores. Y este cuidado de los edificios visibles nos impulsará a nosotros a ser santos para así hacer presente, con mayor transparencia, la santidad y la belleza de Dios.

Escrito por Guillermo Juan Morado.

lunes, 10 de noviembre de 2008

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TITO ( 1, 1--9 )



Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro salvador. Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador.

El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené. Han de ser irreprochables, casados una sola vez; y sus hijos han de ser creyentes y no acusados de mala conducta o de rebeldía. Por su parte, el obispo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no debe ser arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni violento, ni dado a negocios sucios. Al contrario, debe ser hospitalario, amable, sensato, justo, piadoso, dueño de sí mismo, fielmente apegado a la fe enseñada, para que sea capaz de predicar una doctrina sana y de refutar a los adversarios.

Palabra de Dios.

domingo, 2 de noviembre de 2008

SAN PABLO


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-9

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado: porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.