¡Oh glorioso San Pablo!,
Apóstol lleno de celo,
Mártir por amor a Cristo,
intercede para que obtengamos una fe profunda,
una esperanza firme,
un amor ardiente al Señor
para que podamos decir contigo:
“No soy yo el que vive, sino es Cristo quien vive
en mí”.
Ayúdanos a convertirnos en apóstoles
que sirvan a la Iglesia con una consciencia pura,
testigos de su verdad y de su belleza
en medio a la obscuridad de nuestro tiempo.
Alabamos junto contigo a Dios nuestro Padre,
« A Él la gloria, en la Iglesia y en Cristo
por los siglos de los siglos.»
Amén.
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