EUROPA/ITALIA - Hoy 20 de diciembre en la Basílica de San Pablo, 49 diáconos de la Congregación de los Legionarios de Cristo serán ordenados sacerdotes; provienen de 13 naciones de América y de Europa Roma (Agencia Fides) – El sábado 20 de diciembre a las 9.30 en la Basílica de San Pablo Extramuros, 49 diáconos de la Congregación de los Legionarios de Cristo serán ordenados sacerdotes por el Card. Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio. Se renueva así una bella tradición que está en el corazón de todos los Legionarios: las ordenaciones a pocos días de la Navidad. En este modo se quiere ofrecer a la Iglesia un simbólico regalo: algunos nuevos sacerdotes, listos para servir al Santo Padre con espíritu de humildad y total adhesión. En el mismo momento, los neo sacerdotes recibirán de la Iglesia un regalo que iluminará por siempre su vida: la configuración sacramental con Cristo. Treintaicuatro de los futuros sacerdotes fueron ordenados diáconos el 29 de junio del 2008, primer día del Año Paulino. San Pablo ha sido también invocado por los Legionarios de Cristo como protector especial de la congregación. Los candidatos al sacerdocio tienen una edad entre los 29 y los 37 años. Han pasado entre 10 y 14 años de estudio, de apostolado y de misión, desde el día de su ingreso a uno de los noviciados de la Legión de Cristo. Provienen de trece países: México (23), España (6), Estados Unidos (4), Alemania (3), Brasil (3), Argentina (1), Colombia (2), Italia (2), Canadá (1), Chile (1), Francia (1), Irlanda (1), Venezuela (1). A ellos se agregan otros cuatro Legionarios de Cristo que fueron ordenados precedentemente. En las historias personales de los nuevos sacerdotes se pueden encontrar experiencias de todo tipo. Benjamín, mexicano, era un experto de baile tradicional en su país. Nicola, italiano, cultivaba una gran pasión por la música y a los 18 años tocaba la guitarra en grupo de rock. Héctor, mexicano, a los 17 años participó como actor en la obra “La leyenda de los cinco soles” con más de cincuenta presentación en París. Hoy la Congregación de los Legionarios de Cristo está presente en 20 países con unos 800 sacerdotes y más de 2500 seminaristas. Tiene 125 casas religiosas y centros de formación. Dirige más de 200 centros educativos y más de 600 centros dedicados a la formación y al compromiso apostólico de laicos. (S.L.) (Agencia Fides 18/12/2008; 29 líneas, 396 palabras)
Cuando los obispos son a la vez teólogos y unen la profundidad de los conocimientos a la vocación didáctica pueden resultar obras de gran interés. Los Padres de la Iglesia eran, muchos de ellos al menos, ambas cosas. Permítaseme esta evocación de la Antigüedad cristiana con ocasión de un pequeño libro que acabo de comprar y de leer: “En camino con san Pablo” de Carlo Ghidelli, editado por Paulinas (Madrid 2008, 79 páginas, 6 euros). Carlo Ghidelli es un biblista italiano. Pero, a esta trayectoria personal y profesional, que ha cristalizado en numerosas publicaciones, se añade su condición de pastor de la Iglesia. De hecho, desde el año 2000, es el arzobispo de Lanciano-Ortona, en Italia. Y el libro que presentamos, “En camino con san Pablo”, es una carta pastoral que el Arzobispo dirige a sus diocesanos: “no sería procedente – escribe – que nos comprometiésemos únicamente en iniciativas de carácter exterior, como peregrinaciones y exposiciones, sin ponernos previamente a conocer en serio las Cartas de Pablo: éste es el principal motivo de esta carta”. El libro está dividido en trece capítulos, cuyos títulos paso a enumerar para proporcionar una idea adecuada de su contenido: 1. La personalidad de Saulo/Paulo; 2. El encuentro de Damasco; 3. Páginas autobiográficas; 4. Pablo visto por Lucas; 5. Pablo en el Concilio de Jerusalén; 6. Pablo teólogo; 7. Teología cristocéntrica; 8. Pablo místico; 9. La paradoja paulina; 10. Pablo pedagogo; 11. Pablo misionero; 12. Pablo y nosotros; 13. Un posible itinerario. El estilo del escrito, como corresponde a una carta pastoral, es profundo pero, a la vez, asequible. No requiere, para su lectura, especiales conocimientos. En particular, el capítulo 13 ofrece una guía pedagógica para adentrarse en las Cartas paulinas. Propone empezar por la Carta a los Filipenses y, siguiendo un itinerario de dificultad ascendente, concluir con la Carta a los Hebreos. ¿Qué quieren que les diga? Que ya he encargado ejemplares para distribuir entre mis feligreses. Ojalá que se cumpla lo que el Arzobispo expresa en la conclusión de su escrito: “Mi mayor deseo, en este año que dedicamos a un mayor conocimiento de san Pablo y sus cartas, es que nos anime a amar y a seguir con fidelidad a Jesús, el Señor".
La Basílica de Letrán, edificada por el emperador Constantino y dedicada en el año 324, es la catedral del Papa, la sede del Sucesor de Pedro, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. Desde el siglo XI, la Iglesia Romana celebra la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán el día 9 de noviembre. Esta Basílica es llamada “cabeza y madre de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe” y constituye un punto de referencia para todos nosotros porque nos recuerda nuestra unión con el Papa. Como enseña el Concilio Vaticano II, el Sumo Pontífice “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen gentium 23). Sin el Papa, y mucho menos contra el Papa, no podemos vivir plenamente el misterio de la unidad de la Iglesia. El “templo” es la morada de Dios entre los hombres; el ámbito privilegiado para encontrase con Él. Los israelitas veneraban el templo de Jerusalén. Y Jesús mismo comparte esta veneración y este respeto. Al expulsar a los mercaderes del templo, les dice: “No hagáis de la Casa de mi padre una casa de mercado” (Juan 2,16). Pero el templo de Jerusalén es prefiguración del Misterio de Cristo. La morada de Dios entre los hombres, el verdadero “lugar” de encuentro con Él, no es tanto un edificio construido por hombres, sino la misma Persona de Cristo, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre. Cuando el Señor profetiza la destrucción del templo, en realidad estaba hablando, como anota San Juan, “del templo de su cuerpo”, destruido en la muerte de cruz y levantado a los tres días por su gloriosa resurrección. El Cuerpo del Señor Resucitado es el Templo definitivo de Dios, “el lugar donde reside su gloria”. Esta “personalización” del templo nos permite comprender también las palabras de San Pablo cuando dice: “Sois edificio de Dios (…), sois templo de Dios” (cf 1Corintios 3,9-11.16-17). Los cristianos, unidos al Señor por el Espíritu Santo, hechos miembros de su Cuerpo, somos en el mundo el Templo donde Dios habita. Como enseña Benedicto XVI, a propósito de la doctrina eclesiológica de San Pablo, “se supera también [al decir vosotros “sois templo de Dios”] el concepto de un espacio material, para transferir este valor a la realidad de una comunidad viva de fe. Si antes los templos se consideraban lugares de la presencia de Dios, ahora se sabe y se ve que Dios no habita en edificios hechos de piedra, sino que el lugar de la presencia de Dios en el mundo es la comunidad viva de los creyentes” (Audiencia, 15 de Octubre de 2008). Si Cristo es el Templo definitivo y nosotros, unidos a Él, formamos parte de ese Templo; más aún, somos ese Templo, ¿qué papel le corresponde a las iglesias visibles, a los lugares santos donde nos reunimos para orar y alabar a Dios? Podemos decir que los edificios visibles destinados al culto son templos – en plural - que significan y manifiestan el Templo – en singular -. Lo más importante no son las iglesias de piedra, sino la Iglesia, la comunidad de los creyentes, en la que Dios habita y se hace hoy, en medio del mundo, cercano a los hombres. Debemos cuidar nuestros lugares de culto, procurando que sean bellos y acogedores. Y este cuidado de los edificios visibles nos impulsará a nosotros a ser santos para así hacer presente, con mayor transparencia, la santidad y la belleza de Dios.
Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro salvador. Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador.
El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené. Han de ser irreprochables, casados una sola vez; y sus hijos han de ser creyentes y no acusados de mala conducta o de rebeldía. Por su parte, el obispo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no debe ser arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni violento, ni dado a negocios sucios. Al contrario, debe ser hospitalario, amable, sensato, justo, piadoso, dueño de sí mismo, fielmente apegado a la fe enseñada, para que sea capaz de predicar una doctrina sana y de refutar a los adversarios.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-9
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado: porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
VATICANO - Para San Paolo, Cristo es "el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todos los esfuerzo que realiza para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo": la catequesis del Papa Benedicto XVI en la audiencia general Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Hoy quisiera hablar de la enseñanza que san Pablo nos ha dejado sobre la centralidad del Cristo resucitado en el misterio de la salvación, sobre su cristología… Cristo es para el apóstol el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todos los esfuerzo que realiza para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo. Y se trata de un Cristo vivo, concreto". Con estas palabras ha introducido el Santo Padre Benedicto XVI su catequesis durante la audiencia general del miércoles 22 de octubre, en la plaza de San Pedro. Pablo no se preocupa en sus escritos de narrar los hechos individuales de la vida de Jesús, ha explicado el Santo Padre, "su intento pastoral y teológico estaba tan dirigida a la edificación de las nacientes comunidades, que era espontáneo en él concentrar todo en el anuncio de Jesucristo como “Señor”, vivo ahora y presente en medio de los suyos. De ahí la esencialidad característica de la cristología paulina, que desarrolla las profundidades del misterio con una preocupación constante y precisa: anunciar, ciertamente, a Jesús, su enseñanza, pero anunciar sobre todo la realidad central de su muerte y resurrección, como culmen de su existencia terrena y raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el Apóstol, la resurrección no es un acontecimiento en sí mismo, separado de la muerte: el Resucitado es el mismo que fue crucificado. También como Resucitado lleva sus heridas”. El Apóstol Paolo contempla el misterio de lo Crucificado-resucitado y "a través de los sufrimientos experimentados por Cristo en su humanidad (dimensione terrena) llega a esa existencia eterna en que Él es uno con el Padre (dimensión pre-temporal)”. Estas dos dimensiones ya estaban presentes en el Antiguo Testamento, en la figura de la Sabiduría y en la exaltación del papel de la Sabiduría preexistente a la creación del mundo. "Los mismos textos sapienciales que hablan de la preexistencia eterna de la Sabiduría - ha continuado el Papa -, hablan también de su descendimiento, del abajamiento de esta Sabiduría, que se ha creado una tienda entre los hombres. Así sentimos resonar ya las palabras del Evangelio de Juan que habla de la tienda de la carne del Señor". San Pablo, en su cristología, “se refiere precisamente a esta perspectiva sapiencial: reconoce a Jesús la sabiduría eterna existente desde siempre, la sabiduría que desciende y se crea una tienda entre nosotros” y al mismo tiempo aclara que "Cristo, igual que la Sabiduría, puede ser rechazado sobre todo por los dominadores de este mundo, de modo que se crea en los planes de Dios una situación paradójica: la cruz, que se volverá en camino de salvación para todo el género humano”. De la Carta a los Filipenses, se puede deducir que "la fe en la divinidad de Jesús no es un invento helenístico, surgido después de la vida terrena de Jesús, un invento que, olvidando su humanidad, lo habría divinizado: vemos en realidad que el primer judeo-cristianismo creía en la divinidad de Jesús, es más, podemos decir que los mismos Apóstoles, en los grandes momentos de la vida de su Maestro, han entendido que Él era el Hijo de Dios". En el himno de la Carta a los Filipenses, se ilustran los momentos principales del recorrido realizados por el Cristo: su preexistencia, su abajamiento voluntario hasta humillarse a si mismo, la respuesta del Padre a la humillación del Hijo. "Lo que impresiona es el contraste entre el abajamiento radical y la siguiente glorificación en la gloria de Dios. - ha puesto en evidencia al Pontífice -. La iniciativa de abajamiento, de humildad radical de Cristo, con la que contrasta la soberbia humana, es realmente expresión del amor divino; a ella le sigue esa elevación al cielo a la que Dios nos atrae con su amor del amor divino; a ella sigue aquella elevación al cielo al que Dios nos atrae con su amor". Por último, el Papa ha citado la primera Carta a Timoteo como ejemplo de "otros lugares de la literatura paulina donde los temas de la preexistencia y del descendimiento del Hijo de Dios sobre la tierra están unidos entre ellos", y los últimos desarrollos de la cristología de san Pablo en las Cartas a los Colosenses y a los Efesios. "En la primera, Cristo es calificado como “primogénito de todas las criaturas” (1,15-20)” ha explicado el Papa, recordando que la palabra "primogénito" implica que “el primero entre muchos hijos, el primero entre muchos hermanos y hermanas, ha bajado para atraernos y hacernos sus hermanos y hermanas ". En la Carta a los Efesios se encuentra luego " bella exposición del plan divino de la salvación, cuando Pablo dice que en Cristo Dios quería recapitularlo todo. Cristo es la recapitulación de todo, reasume todo y nos guía a Dios. Y así implica un movimiento de descenso y de ascenso, invitándonos a participar en su humildad, es decir, a su amor hacia el prójimo, para ser así partícipes de su glorificación, convirtiéndonos con él en hijos en el Hijo”. (S.L) (Agencia Fides 23/10/2008)
VATICANO - El Santo Padre Benedicto XVI abrirá la asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada la Palabra de Dios en la Basílica de San Pablo Extramuros; visitas pastorales a Cagliari, Lourdes y Pompeya Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La Sala de prensa del Santa Sede ha hecho público el calendario de las próximas celebraciones que serán presididas por el Santo Padre Benedicto XVI. En el mes de septiembre el Papa efectuará una visita pastoral a Cagliari, el domingo 7 de septiembre, después irá a Francia, del 12 al 15, con ocasión del 150° aniversario de las apariciones de Lourdes. El Domingo 21 de septiembre presidirá, en la Catedral de Albano, la celebración de la Santa Misa y dedicación del altar. El primer domingo de octubre, día 5, el Papa presidirá en la Basílica de San Pablo Extramuros el Acto de apertura de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado al tema "La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia". El jueves 9 de octubre el Papa presidirá la Santa Misa con ocasión del 50° de la muerte del Siervo de Dios Papa Pío XII y domingo 12 la Santa Misa de Canonización de 4 Beatos. El Domingo 19 de octubre Benedicto XVI irá en visita pastoral al Santuario de la Beata Virgen del Santo Rosario de Pompeya, dónde celebrará la Santa Misa seguido de la Súplica, y por la tarde dirigirá la oración del Rosario. El Domingo 26 de octubre el Santo Padre presidirá, en la Basílica Vaticana, la Concelebración Eucarística de final de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. (S.L) (Agencia Fides 5/9/2008)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: -«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2,1-5
Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesias, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡ Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Vosotros sois luz del mundo y ardiente sal de la tierra, ciudad esbelta en el monte, fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos, y yo la Vid verdadera; si el Padre poda las ramas, más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia del reino que ya está cerca, los doce mil señalados que no caerán en la siega. Dichosos, porque sois limpios y ricos en la pobreza, y es vuestro el reino que sólo se gana con la violencia. Amén.
¡Oh glorioso San Pablo!, Apóstol lleno de celo, Mártir por amor a Cristo, intercede para que obtengamos una fe profunda, una esperanza firme, un amor ardiente al Señor para que podamos decir contigo: “No soy yo el que vive, sino es Cristo quien vive en mí”. Ayúdanos a convertirnos en apóstoles que sirvan a la Iglesia con una consciencia pura, testigos de su verdad y de su belleza en medio a la obscuridad de nuestro tiempo. Alabamos junto contigo a Dios nuestro Padre, « A Él la gloria, en la Iglesia y en Cristo por los siglos de los siglos.» Amén.
Al iniciar su discurso en la Basílica de San Pablo de Extramuros, el Santo Padre recuerda al gran Apóstol, como " 'Maestro de las gentes': estas palabras se abren al futuro, hacia todos los pueblos y generaciones. Pablo no es para nosotros una figura del pasado, que recordamos con veneración. Es también nuestro maestro, apóstol y heraldo de Jesucristo también para nosotros". Luego de explicar que este Año Paulino debe servir para escuchar y aprender de San Pablo, "'la fe y la verdad', en las que están enraizadas las razones de la unidad entre los discípulos de Cristo", el Papa destacó que ha querido "prender, para este bimilenario del nacimiento del Apóstol, una especial 'Flama Paulina', que permanecerá encendida durante todo el año en un brasero especial colocado en el cuadripórtico de la Basílica". "En la Carta a los Gálatas", San Pablo "nos ha dado una profesión de fe muy personal, en la que abre su corazón a los lectores de todos los tiempos y revela la más íntima primavera de su vida 'Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me ha amado y se ha dado a sí mismo por mí'. Todo lo que Pablo hace, parte de este centro. Su fe es la experiencia del ser amado por Jesucristo en modo personal, es la conciencia del hecho que Cristo ha afrontado la muerte no por alguna cosa anónima, sino por amor a él –de Pablo– y que, como Resucitado, lo ama siempre, por lo que se ha donado por él. Su fue está en haber sido remecido por el amor de Jesucristo, un amor que lo lleva hasta lo íntimo y lo transforma", explicó el Pontífice. "Su fe no es una teoría, una opinión sobre Dios y el mundo. Su fe es el impacto del amor de Dios en su corazón. Y así esta misma fe y amor por Jesucristo", precisó. Tras señalar que la verdad era para el Apóstol "demasiado grande para estar dispuesto a sacrificarla en vista de un éxito externo" y que ésta "que había experimentado en el encuentro con el Resucitado bien merecía para él la lucha, la persecución, el sufrimiento", Benedicto XVI destacó que "lo que lo motivaba en lo más profundo era ser amado por Jesucristo y el deseo de transmitir a otros este amor". "Pablo era capaz de amar, y toda su obra y sufrimiento se explica solo a partir de este centro. Los conceptos fundantes de su anuncio se comprenden únicamente en base a ello. Tomamos entonces una de sus palabras clave: la libertad. La experiencia de ser amado hasta lo profundo por Cristo le había abierto los ojos a la verdad y la existencia humana, pues esta experiencia abrazaba todo. Pablo era libre como hombre amado por Dios que, en virtud de Dios, estaba en capacidad de amar junto con Él. Este amor es entonces la 'ley' de su vida así como lo es la libertad en su vida. Él habla y actúa movido por la responsabilidad del amor. Libertad y responsabilidad están aquí unidas de modo indivisible. Porque está en la responsabilidad del amor, él que es libre, porque es alguien que ama, él vive totalmente en la responsabilidad de este amor y no toma la libertad como pretexto para ser arbitrario o para el egoísmo". "En el mismo espíritu (San) Agustín ha formulado la frase famosa: Dilige et quod vis fac (Ama y haz lo que quieras). Quien ama a Cristo como lo ha amado Pablo, puede verdaderamente hacer lo que quiere, porque su amor está unido a la voluntad de Cristo y así a la voluntad de Dios, porque su voluntad está anclada en la verdad y porque su voluntad no es más simplemente voluntad suya, arbitrariedad del yo autónomo, sino que está integrada en la libertad de Dios y de ella recibe el camino por recorrer", añadió. El Papa también explica luego que San Pablo es ejemplo de cómo "no hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia a sí mismo, de la transformación y purificación del yo para la verdadera libertad. Allí donde no hay nada que valga la pena para sufrir, también la vida misma pierde su valor". Finalmente, Benedicto XVI dijo que "a la luz de todas las cartas de San Pablo, vemos como en su camino de maestro de las gentes se ha cumplido la profecía de Ananías en la hora de la llamada: 'Yo les mostraré cuánto deberá sufrir por mi nombre'. Su sufrimiento lo hace creíble como maestro de verdad, que no busca el propio orgullo, la propia gloria, la veneración personal, pero se esfuerza por Quien los ha amado y se ha dado a sí mismo por todos nosotros". "En esta hora agradecemos al Señor, porque ha llamado a Pablo, haciéndolo luz de las gentes y maestro de todos nosotros, y le rezamos: Danos también hoy testimonios de la resurrección tocados por tu amor y capaces de llevar la luz del Evangelio en nuestro tiempo. ¡San Pablo, ruega por nosotros! Amén".
Benedicto XVI proclama oficialmente año dedicado a San Pablo
VATICANO, 28 Jun. 07 / 03:16 pm - El Papa Benedicto XVanunció oficialmente la celebración de un año jubilar dedicado a San Pablo que comenzó el pasado 28 de junio de 2008 y que culminará el 29 de junio de 2009, con ocasión de los dos mil años de su nacimiento. Así lo hizo saber el Pontífice durante la celebración de las Primeras Vísperas de los Santos Pedro y Pablo, en la Basílica de San Pablo de Extramuros en Roma. Este "Año Paulino, explicó el Papa, "podrá desarrollarse de modo privilegiado en Roma", ciudad en donde está ubicada la basílica dedicada al Apóstol de Gentes, bajo cuyo altar mayor se conserva el sarcófago con sus restos. Para este año paulino se programará en este gran templo y sus alrededores una serie de actividades litúrgicas, culturales y de distintos tipos que serán anunciadas más adelante. "En cada parte del mundo, iniciativas análogas podrán ser realizadas en las diócesis, en los santuarios, en los lugares de culto por parte de las instituciones religiosas, de estudio o asistencia, que llevan el nombre de San Pablo o que se inspiran en su figura y sus enseñanzas", afirmó Benedicto XVI
San Pedro y San Pablo buscaron unidad hasta el sacrificio de la sangre dice el Pontífice
El Papa pide garantizar el asilo y reconocer el derecho de los refugiados
Santos Apóstoles: Pedro y Pablo rueguen por nosotros.
Autor: P Mariano de Blas Fuente: www.catholic.net
Entrevista a San Pedro en el cielo
Vamos a hacer una entrevista a aquel pescador de Galilea llamado Simón Pedro:
Pregunta: ¿Qué sentiste al negar a Cristo?
Respuesta: Fue el día más triste de mi vida; no se lo deseo a nadie. Yo era muy duro para llorar, pero ese día lloré a mares; no lo suficiente, porque toda la vida lloré esa falta. Sin embargo, por haber negado al Señor un día, lo amé muchísimo más que si nunca lo hubiera hecho. Esas negaciones fueron un hierro candente que me traspasó el corazón.
Pregunta: ¿Prefieres el nombre de Pedro al de Simón?
Respuesta: Sí, porque el nombre de Simón me lo pusieron mis padres; el de Pedro, Cristo. Además, es un nombre que encierra un gran significado. Por un lado me hace feliz que Él me haya hecho piedra de su Iglesia; por otro lado, me produce gran confusión, porque yo no era roca, sino polvo vil. Cristo ya no me llama Simón, Él prefiere llamarme roca; y en el cielo todos me llaman Pedro. Mi antiguo nombre ya se me olvidó. Cuando pienso en mi nuevo nombre, cuando me llaman Pedro, inmediatamente pienso en la Iglesia. Me llaman así con un sentido muy particular los demás vicarios de Cristo que me han seguido, y yo siento ganas de llamarles con el mismo nombre, porque todos somos piedra de la misma cantera, todos sostenemos a la Iglesia.
Pregunta: ¿Por qué dijiste al Señor aquellas palabras: «Señor, a quién iremos, si Tú tienes palabras de vida eterna»? Respuesta: Me salieron del corazón. La situación era apurada, y había que hacer algo por el Maestro; veía a mis compañeros indecisos, y sentí la obligación de salvar la situación y confiar; por eso dije en plural: «¿A quien iremos Señor? Tú tienes palabras de vida eterna». Yo mismo no comprendía en ese tiempo muchas cosas del Maestro. Ni pienses que entendía la Eucaristía, pero dejé hablar al corazón, y el corazón me habló con la verdad. Yo amaba apasionadamente al Maestro y aproveché aquel momento supremo para decir bien claro y bien fuerte: «Yo me quedo contigo». Y, de lo que entonces dije, nunca me arrepentí.
Pregunta: ¿Qué sentiste cuando Cristo Resucitado se te apareció?
Respuesta: Es difícil, muy difícil de expresar, pero lo intentaré. Por un segundo creí ver un fantasma, luego sentí tal alegría que quise abrazarlo con todas mis fuerzas. «¡Es Él!» pensé, pero luego sentí cómo se me helaba la sangre, y quedé petrificado sin atreverme a mover. Él fue quien me abrazó con tal ternura, con tal fuerza... Y oí muy claras sus palabras: «Para mí sigues siendo el mismo Pedro de siempre».
Pregunta: ¿Qué consejo nos das a los que seguimos en este mundo?
Respuesta: Puedo decirles que mi actual sucesor, Juan Pablo II, es de los mejores. Hasta aquí han llegado esos gritos: «¡Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!» Hagan caso y les irá mejor. Ahora ya lo tenemos aquí, pero de cualquier modo siempre amen al Sumo Pontífice que representa a Cristo.
Pedro es el típico hombre, humilde de nacimiento, que se hizo grande al contacto con Cristo. El típico hombre, pecador como todos, pero que, arrepentido de su pecado, logró una santidad excelsa.
Entrevista en el cielo a San Pablo
Quisiéramos hoy hacerle algunas preguntas al fariseo Pablo de Tarso.
Pregunta: ¿Qué sentiste en el camino hacia Damasco, caído en el suelo, tirado en el polvo?
Respuesta: Yacía por tierra, convertido en polvo, todo mi pasado. Mis antiguas certezas, la intocable ley mosaica, mi alma de fariseo rabioso, toda mi vida anterior estaba enterrada en el polvo.
Fue cuestión de segundos. Del polvo emergía poco a poco un hombre nuevo. Los métodos fueron violentos, tajantes, «es duro dar coces contra el aguijón», pero sólo así podía aprender la dura lección.
En el camino hacia Damasco me encontré con el Maestro un día que nunca olvidaré.
Aquella voz y aquel Cristo de Damasco se me clavaron como espada en el corazón. Cristo entró a saco en mi castillo rompiendo puertas, ventanas; una experiencia terrible; pero considero aquel día como el más grande de mi vida.
Pregunta: ¿Sigues diciendo que todo lo que se sufre en este mundo es juego de niños, comparado con el cielo?
Respuesta: Lo dije y lo digo. Durante mi vida terrena contemplé el cielo por un rato; ahora estaré en él eternamente. El precio que pagué fue muy pequeño. El cielo no tiene precio. ¡Qué pena da ver a tantos hombres y mujeres aferrados a las cosas de la tierra, olvidándose de la eternidad!
Vale la pena sufrir sin fin y sin pausa para conquistar el cielo. El Cristo de Damasco será mío para siempre; llegando aquí lo primero que le he dicho al Señor ha sido: «Gracias Señor, por tirarme del caballo»; pues Él me pidió disculpas por la manera demasiado fuerte de hacerlo.
Pregunta: ¿Qué querías decir con aquellas palabras: “¿Quién me arrancará del amor a Cristo?”
Respuesta: Lo que las palabras significan: que estaba seguro de que nada ni nadie jamás me separaría de Él, y así fue. Y, si en la tierra pude decir con certeza estas palabras, en el cielo las puedo decir con mayor certeza todavía. El cielo consiste en: “Cristo es mío, yo soy de Cristo por toda la eternidad” ¿Sabes lo que se siente, cuando Él me dice: «Pablo, amigo mío?».
Pregunta: Un día dijiste aquellas palabras: “Sé en quién he creído y estoy tranquilo”. Explicarnos el sentido.
Respuesta: Cuando llegué a conocerlo, no pude menos de seguirlo, de quererlo, de pasarme a sus filas; porque nadie como Él de justo, de santo, de verdadero. Supe desde el principio que no encontraría otro como Él, que nadie me amaría tanto como aquél que se entregó a la muerte y a la cruz por mí.
Pregunta: ¿Un consejo desde el cielo para los de la tierra?
Respuesta: Uno sólo, y se los doy con toda la fuerza: “Déjense atrapar por el mismo Señor que a mi me derribó en Damasco”.
Si todos los enemigos del cristianismo fueran sinceros como Pablo de Tarso, un día u otro, la caída de un caballo, una experiencia fuerte o una caricia de Dios les haría exclamar como él: «Señor, ¿qué quieres que haga?».
Bernini realiza entre 1651 y 1666 este altar, dentro del cual se encuentra la cátedra de San Pedro. Este se encuentra situado en el ábside principal del Vaticano.
Este se trata de un altar transparente en el que la luz es utilizada como un elemento de la composición. La luz pasa a través de un vitral donde es transformada por el color de éste, configurando la Gloria. En el medio de esta se encuentra una paloma, simbolizando el Espíritu Santo. Bajo el Espíritu Santo se sitúa la supuesta cátedra de San Pedro, recubierta de bronce con relieves sobredorados. Esta se encuentra ingrávidamente sostenida y custodiada por cuatro figuras colosales de seis metros que representan los Santos Padres de la Iglesia, dos de la iglesia occidental y dos de la oriental.
Este se trata de un monumento de glorificación de la autoridad papal, en contra de la opinión protestante, simbolizando las figuras de los Santos Padres orientales y occidentales la universalidad de papado y la representación del Espíritu Santo la infabilidad de los papas.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 22-27
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: -«Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos draemas se acercaron a Pedro y le preguntaron: -«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: -«Si.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: -«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: -«A los extraños.»
Jesús le dijo: -«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
-Memoria de todos los Apóstoles. Solemnidad de los primeros tiempos del cristianismo. “Los Apóstoles Pedro y Pablo son considerados por los fieles cristianos, con todo derecho, como las primeras columnas, no solo de la Santa Sede romana, sino además de la universal Iglesia de Dios vivo, diseminada por el orbe de la tierra” (Pablo VI). Fundadores de la Iglesia de Roma, fueron quienes con más fuerza impulsaron su crecimiento con el supremos testimonio de “su martirio, padecido en Roma con fortaleza: Pedro, a quien nuestro Señor Jesucristo eligió como fundamento de su Iglesia y Obispo de esta esclarecida ciudad, y Pablo, el Doctor de las gentes, maestro y amigo de la primera comunidad aquí fundada” (Pablo VI).
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: -«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» Pedro le contestó: -«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: -«Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose • Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó • hundirse y gritó: -«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: -«Realmente eres Hijo de Dios.»