domingo, 24 de enero de 2010

MENSAJE DEL SANTO PADRE


Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales

44ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIO 16 de mayo 2010

Mensaje del Santo Padre

Queridos Hermanos y Hermanas,

El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales - "El sacerdote y la pastoral en el mundo
digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra" -
se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal,
y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito
pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación
y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de
realizar su particular servicio a la Palabra y de la
Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los
nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y
de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos
formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y
amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez
más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.

La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo,
la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme
gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia,
convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la
comunión que Dios establece con el hombre y que cada
sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él.
En esto reside la altísima dignidad y belleza de la
misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada
lo que afirma el apóstol Pablo: "Dice la Escritura: ´Nadie
que cree en Él quedará defraudado´... Pues "todo el que
invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo
van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van
a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo
van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo
van a predicar si no los envían?" (Rm 10,11.13-15).

Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido
en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas,
que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que
se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el
mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión
casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina:
"¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Co
9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la
responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace
más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz.
A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio
de una "nueva historia", porque en la medida en que
estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y
cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto
más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo,
multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de
la Palabra.

Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el
riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera
exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera
errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario,
se pide a los presbíteros la capacidad de participar en
el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio,
para ejercer su papel de animadores de comunidades que se
expresan cada vez más a través de las muchas "voces"
surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose
no sólo de los medios tradicionales, sino también de los
que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo,
animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos
útiles para la evangelización y la catequesis.

El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos
medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy
a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de
unir el uso oportuno y competente de tales medios -
adquirido también en el período de formación - con una
sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por
su constante diálogo con el Señor. En el contacto con
el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la
mano de un simple usuario de los medios, su corazón
de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral
que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de
la "red".

También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por
nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de
teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En
efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a
las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorienta
de hoy que "Dios está cerca; que en Cristo todos
nos pertenecemos mutuamente" (Discurso a la Curia romana para el
intercambio de felicitaciones navideñas, 22 diciembre 2009).

¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica,
a través de la propia competencia en el campo de
los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y
actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor
que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como
una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el
hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado
en los medios, tiene la tarea de allanar el camino
a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano
y la atención a las personas y a sus auténticas
necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro
tiempo "digital" los signos necesarios para reconocer al Señor; darles
la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza,
y de acercarse a la Palabra de Dios que salva
y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así
navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la
tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho
de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él
pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación
por las calles de las ciudades y detenerse ante los
umbrales de las casas y de los corazones y decir
de nuevo: "Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye
y me abre, entraré y cenaremos juntos" (Ap 3, 20).

En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de
los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por
la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta
es una de las formas en que la Iglesia está
llamada a ejercer una "diaconía de la cultura" en el
"continente digital". Con el Evangelio en las manos y en
el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando
los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin
descuidar una atención particular a quien está en actitud de
búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer
paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo
digital está llamada a tener en cuenta también a quienes
no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón
los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos
medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión,
con no creyentes y con personas de todas las culturas.
Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa
de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá
sea posible imaginar que podamos abrir en la red un
espacio - como el "patio de los gentiles" del Templo
de Jerusalén - también a aquéllos para quienes Dios sigue
siendo un desconocido.


Mensaje del Santo Padre

(SEGUNDA PARTE)

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un
gran recurso para la humanidad en su conjunto y para
cada persona en la singularidad de su ser, y un
estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también
una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni
debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo
resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del
ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo
a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras,
que lo invitan a valorar la dimensión universal de la
Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos
en el mundo actual de la vida renovada que surge
de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno
que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que
olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva
sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en
la oración; al que anunciamos con la predicación y el
testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos
en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa
Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna
comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de
la Buena Noticia, también en la nueva "ágora" que han
dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios
y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto
a cada uno la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.

BENEDICTUS XVI



Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales
Via della Conciliazione 5 - 00120 Ciudad del Vaticano
email: pccs@vatican.va
web: http://www.pccs.va

No hay comentarios: