viernes, 22 de mayo de 2009

BENEDICTO XVI HABLA DEL VIAJE A TIERRA SANTA


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Me detengo hoy a hablar del viaje apostólico que he realizado del 8 al 15 de mayo a Tierra Santa, y por el que no dejo de dar gracias al Señor, pues se ha revelado un gran don para el sucesor de Pedro y para toda la Iglesia": son las palabras con las que el Santo Padre Benedicto XVI ha iniciado su discurso durante la audiencia general del miércoles 20 de mayo, en la plaza de San Pedro. Después de haber agradecido a las Autoridades religiosas y civiles, junto a cuantos de diversos modos han colaborado a la preparación y al buen resultado de la visita, el Papa ha subrayado que se ha tratado ante todo de una peregrinación, es más, de la peregrinación por excelencia a los manantiales de la fe; y al mismo tiempo, de una visita pastoral a la Iglesia que vive en Tierra Santa: una comunidad de singular importancia, pues representa una presencia viva allí, donde encuentra su origen”.
La primera etapa de la peregrinación, desde el 8 hasta la mañana del 11 de mayo, ha sido en Jordania, dónde el Papa ha visitado el Monte Nebo, desde el que Moisés contempló la Tierra Prometida y dónde murió sin poder entrar, y luego Betania "más allá del Jordán", dónde, según el cuarto Evangelio, bautizaba inicialmente san Juan. Benedicto XVI ha recordado la bendición de la primera piedra de dos iglesias que edificar en el sitio donde san Juan bautizaba: “Este hecho es signo de la apertura y del respeto del Reino Hachemita por la libertad religiosa y la tradición cristiana, y esto merece gran aprecio… ¡Qué importante es el que los cristianos y los musulmanes convivan pacíficamente respetándose mutuamente! Gracias a Dios y al compromiso de los gobernantes, esto sucede en Jordania. He rezado mucho para que sea también así en otros lugares, pensando sobre todo en los cristianos que viven una situación difícil en Irak”.
El Papa ha subrayado después como la comunidad cristiana es "apreciada en la sociedad por sus obras educativas y de asistencia, atentas a la persona, independientemente de su pertenencia étnica o religiosa". A este respecto ha recordado el Centro de rehabilitación Regina Pacis en Amman y la entrega de la primera piedra de la universidad de Madaba, del Patriarcado latino de Jerusalén: "esta manifiesta de forma tangible que la Iglesia promueve la búsqueda de la verdad y del bien común y ofrece un espacio abierto y de calidad a cuantos quieren dedicarse a esa búsqueda, premisa indispensable para un diálogo verdadero y fructuoso entre las civilizaciones”.
La mañana de lunes 11 de mayo, la segunda etapa de la peregrinación: “llegué a Israel, - ha dicho el Papa - donde desde el inicio me presenté como peregrino de fe, en la Tierra en la que Jesús nació, vivió, murió y resucitó, y al mismo tiempo, como peregrino de paz para implorar de Dios que en el lugar donde se hizo hombre, todos los hombres vivan como hijos suyos, es decir como hermanos". Este segundo aspecto se vio de modo particular en los encuentros con las Autoridades civiles, mientras que hablando a los representantes de las Comunidades religiosas el Papa ha deseado que " la fe en un único Dios, justo y misericordioso… debe liberar toda su carga de respeto, de reconciliación y colaboración". Jerusalén, encrucijada de las tres grandes religiones monoteístas, en su mismo nombre - "ciudad de la paz” - " expresa el designio de Dios sobre la humanidad: hacer de ella una gran familia… Todos los creyentes, por tanto, deben dejar atrás prejuicios y voluntad de dominio y practicar con concordia el mandamiento fundamental: amar a Dios con todo su ser y amar al prójimo como a nosotros mismos. Esto es lo que están llamados a testimoniar los judíos, los cristianos y los musulmanes para honrar con los hechos al Dios que rezan con los labios”. Benedicto XVI, recordando su visita al Mausoleo de Yad Vashem, erigido en Jerusalén en honor de las víctimas del Shoah, ha afirmado: “¡No hay que olvidar jamás la tremenda tragedia de la Shoá! Es necesario que esté siempre en nuestra memoria como admonición universal del respeto sagrado por la vida humana que tiene siempre un valor infinito”.
A continuación, el Pontífice ha recordado los encuentros con las Comunidades católicas desde Tierra Santa a Jerusalén, a Belén y Nazaret. "En el Valle de Josafat, en Jerusalén, meditamos en la Resurrección de Cristo como fuerza de esperanza y paz para esa ciudad y el mundo entero. En Belén, en los Territorios Palestinos, la misa fue celebrada ante la Basílica de la Natividad con la participación de fieles procedentes de Gaza, que tuve la alegría de consolar personalmente, asegurándoles mi cercanía particular. Belén, lugar donde resonó el canto celestial de paz para los hombres, es el símbolo de la distancia que nos sigue separando del cumplimento de aquel anuncio: precariedad, aislamiento, incertidumbre, pobreza. Todo ello ha llevado a tantos cristianos a irse de allí. Pero la Iglesia sigue su camino, sostenida por la fuerza de la fe y atestiguando su amor con obras concretas de servicio a los hermanos, como el Caritas Baby Hospital de Belén, apoyado por las diócesis de Alemania y Suiza, y la acción humanitaria en los campos de refugiados. En el que visité, pude asegurar a las familias que allí se hospedan la cercanía y el aliento de la Iglesia universal, invitando a todos a buscar la paz con métodos no violentos, siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís. La tercera y última misa con el pueblo la celebré el jueves pasado en Nazaret, ciudad de la Sagrada Familia. Rezamos por todas las familias para que se redescubra la belleza del matrimonio y de la vida familiar, el valor de la espiritualidad doméstica y de la educación, la atención a los niños, que tienen el derecho a crecer en paz y serenidad”.
Al término de su discurso, el Santo Padre ha dicho: “Me gusta recapitular todo el itinerario que he podido realizar precisamente con el signo de la resurrección de Cristo: a pesar de las vicisitudes que a través de los siglos han marcado los santos lugares, a pesar de las guerras, las destrucciones y desgraciadamente los conflictos entre los cristianos, la Iglesia ha proseguido su misión, movida por el Espíritu del Señor resucitado. Está en camino hacia la unidad plena para que el mundo crea en el amor de Dios y experimente la alegría de su paz. De rodillas, en el Calvario y en el Santo Sepulcro invoqué la fuerza del amor que surge del misterio pascual, la única fuerza capaz de renovar a los hombres y de orientar hacia su fin la historia y el cosmos”.
Después de haber saludado a los peregrinos en las diversas lenguas, el Pontífice ha lanzado este breve llamamiento con ocasión de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: "El próximo domingo, la Iglesia celebrará el Día Mundial de las Comunicaciones sociales. En mi mensaje de este año, invito a todos los que utilizan las nuevas tecnologías de comunicación, en particular a los jóvenes, a aprovechar de modo positivo y a comprender el gran potencial de estos instrumentos para crear vínculos de amistad y solidaridad que puedan contribuir a un mundo mejor. Las nuevas tecnologías han modificado de manera fundamental el modo de difusión de las noticias y la información y comunicación y relación entre las personas. Deseo animar a cuanto acceden al ciberespacio a estar atentos a mantener y promover una cultura de auténtico respeto, diálogo y amistad en la que puedan florecer los valores de la verdad, armonía y comprensión. ¡Jóvenes! Me dirijo a vosotros en particular: ¡sed testigos de vuestra fe en el mundo digital! Emplead estas nuevas tecnologías para hacer conocer el Evangelio de modo que la Buena Nueva del amor infinito de Dios resuene en modos nuevos en nuestro mundo cada vez más tecnológico"! (S.L) (Agencia Fides 22/5/2009)

No hay comentarios: