lunes, 16 de noviembre de 2009

LA IGLESIA EN SU ANUNCIO SALVÍFICO


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La Iglesia, en su anuncio salvífico, no puede prescindir “de las condiciones concretas de vida de los hombres a los cuales es enviada. El actuar para mejorar dichas condiciones concierta a su misma vida y misión, ya que la salvación de Cristo es integral y tiene que ver con el hombre en todas sus dimensiones: física, espiritual, social y cultural, terrena y celeste. Precisamente por esta consciencia nacieron, en el curso de los siglos, muchas obras y estructuras eclesiales dirigidas a la promoción humana y de los pueblos”. Lo recordó el Santo Padre Benedicto XVI al recibir en Audiencia, el 13 de noviembre, a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo “Cor Unum”.
El Pontífice puso en relieve que todos los que trabajan en el mundo “para dar testimonio del amor de Cristo, Buen Samaritano, que se acerca a los necesitados en su cuerpo y en su espíritu”, desarrollan “una misión que se coloca en una constante tensión entre dos polos: el anuncio del Evangelio y la atención al corazón del hombre en el ambiente en el que vive”, y citó en relación con ello “dos eventos eclesiales especiales”: la publicación de la Encíclica “Caritas in Veritate”, y la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos sobre la reconciliación, la justicia y la paz. Hablando luego del esfuerzo de la Iglesia “por el desarrollo de una sociedad más justa, en la que sean reconocidos y respetados todos los derechos de los individuos y de los pueblos”, Benedicto XVI destacó que “ciertamente no compete a la Iglesia intervenir directamente en la política de los Estados o en la construcción de estructuras políticas adecuadas. La Iglesia con el anuncio del Evangelio abre el corazón hacia Dios y hacia el prójimo, y despierta las consciencias. Con la fuerzo de su anuncio defiende los verdaderos derechos humanos y se esfuerza por la justicia. La fe es una fuerza espiritual que purifica la razón en la búsqueda de un orden justo, librándola del riesgo siempre presente de verse subyugada por el egoísmo, el interés y el poder”.
En su discurso el Papa puso también en evidencia que “también en las sociedades más evolucionadas desde el punto de vista social, la caridad es necesaria… no sólo porque el alma humana tiene siempre necesidad, además que de las cosas materiales, del amor, sino también porque existen aún situaciones de sufrimiento, de soledad, de necesidad, que requieren dedicación personal y ayuda concreta”. En consecuencia, aquellos que trabajan en el ámbito de los organismos eclesiales que realizan iniciativas y obras de caridad, deben hacer propio el objetivo de “dar a conocer y experimentar el rostro misericordioso del Padre Celestial, pues en el corazón de Dios Amor está la verdadera respuesta a las esperanzas más íntimas de todo corazón humano”.
Finalmente Benedicto XVI exhortó a los cristianos a “mantener fijos los ojos en Cristo”, pues “sólo en Él, plenamente Dios y plenamente hombre, podemos contemplar al Padre y experimentar la infinita misericordia”, y concluyó afirmando que “es importante que la Iglesia, inserta en los sucesos de la historia y de la vida de los hombres, sea canal de la bondad y del amor de Dios”. (S.L.) (Agencia Fides 14/11/2009; líneas 38, palabras 582)

lunes, 29 de junio de 2009

FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO


EVANGELIO

En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?

Ellos contestaron: -Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.

Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Jesús le respondió: -Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

PALABRA DE DIOS


Cada 29 de Junio se celebra en muchos países del mundo el día de San Pedro y San Pablo. esta festividad que también recuerda el "día del Papa".

Pedro, pescador de Galilea y piedra de la iglesia, y Pablo, apóstol de gentiles, fueron fundamentales en el avance del cristianismo desde Jerusalén. Ellos sufrieron persecuciones durante su vida por anunciar el mensaje de Jesucristo. Murieron en Roma, el primero crucificado y el segundo decapitado, durante el gobierno del emperador romano en el año 68 D.C.


El Santo Padre ha clausurado el Año Paulino, recordado la importancia que todavía hoy tienen las cartas escritas por el “apóstol de las gentes”, y en este sentido ha analizado algunos pasajes. Deteniéndose en su Carta a los Romanos, el Papa ha subrayado dos palabras clave: “transformar” y “renovar”. “El mundo está siempre a la búsqueda de la novedad, porque siempre está descontento de la realidad concreta”, ha dicho Benedicto XVI señalando que al respecto, Pablo dice: “el mundo no puede ser renovado sin hombres nuevos”. Es decir, que no hay que ser conformistas, sino que hay que ser hombres nuevos, transformando nuestro modo de pensar. “El pensamiento del hombre viejo, el modo de pensar común, está dirigido en general hacia las posesiones, el éxito y la fama -ha dicho Benedicto XVI señalando que- de este modo la visión es limitada, porque sólo queda el propio ‘yo’ al centro del mundo, por lo que tenemos que aprender a pensar de manera más profunda”, entendiendo “la voluntad de Dios”.

Aplicando las enseñanzas de Pablo a nuestro mundo de hoy, Benedicto XVI ha señalado que no es valiente quien cree en una fe confeccionada a su gusto personal, sino que “valiente es quien se adhiere a la fe de la Iglesia –ha dicho el Papa- incluso si ésta contradice el ‘esquema’ del mundo contemporáneo”.

“El nuevo modo de pensar que nos dona la fe –ha proseguido Benedicto XVI- se dirige hacia la verdad”, porque el poder de la fe, el poder de Dios, es la verdad. El Santo Padre ha concluido recordando que la debilidad del hombre de hoy es el vacío interior. Para evitarlo, el Papa ha señalado la “necesidad de una razón iluminada del corazón”, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. “Pero esto no se realiza –ha finalizado- sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración”.

Las celebraciones conclusivas de este Año Paulino se desarrollan en Roma, y en los diferentes “lugares paulinos”, con la presencia de los enviados especial del Pontífice. En particular, en Tierra Santa se encuentra el Card. Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos; en Malta, el Card. Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia; en Turquía, el Card. Jean Louis Tauran, presidente del dicasterio vaticano para el diálogo interreligioso; en Grecia, el Card. Josef Tomko, emérito de la Congregación para la evangelización de los Pueblos; en Siria, el Card. Antonio Maria Rouco Varela, arzobispo de Madrid; y en el Líbano, el card. André Vingt-Trois, arzobispo de París.

viernes, 22 de mayo de 2009

BENEDICTO XVI HABLA DEL VIAJE A TIERRA SANTA


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Me detengo hoy a hablar del viaje apostólico que he realizado del 8 al 15 de mayo a Tierra Santa, y por el que no dejo de dar gracias al Señor, pues se ha revelado un gran don para el sucesor de Pedro y para toda la Iglesia": son las palabras con las que el Santo Padre Benedicto XVI ha iniciado su discurso durante la audiencia general del miércoles 20 de mayo, en la plaza de San Pedro. Después de haber agradecido a las Autoridades religiosas y civiles, junto a cuantos de diversos modos han colaborado a la preparación y al buen resultado de la visita, el Papa ha subrayado que se ha tratado ante todo de una peregrinación, es más, de la peregrinación por excelencia a los manantiales de la fe; y al mismo tiempo, de una visita pastoral a la Iglesia que vive en Tierra Santa: una comunidad de singular importancia, pues representa una presencia viva allí, donde encuentra su origen”.
La primera etapa de la peregrinación, desde el 8 hasta la mañana del 11 de mayo, ha sido en Jordania, dónde el Papa ha visitado el Monte Nebo, desde el que Moisés contempló la Tierra Prometida y dónde murió sin poder entrar, y luego Betania "más allá del Jordán", dónde, según el cuarto Evangelio, bautizaba inicialmente san Juan. Benedicto XVI ha recordado la bendición de la primera piedra de dos iglesias que edificar en el sitio donde san Juan bautizaba: “Este hecho es signo de la apertura y del respeto del Reino Hachemita por la libertad religiosa y la tradición cristiana, y esto merece gran aprecio… ¡Qué importante es el que los cristianos y los musulmanes convivan pacíficamente respetándose mutuamente! Gracias a Dios y al compromiso de los gobernantes, esto sucede en Jordania. He rezado mucho para que sea también así en otros lugares, pensando sobre todo en los cristianos que viven una situación difícil en Irak”.
El Papa ha subrayado después como la comunidad cristiana es "apreciada en la sociedad por sus obras educativas y de asistencia, atentas a la persona, independientemente de su pertenencia étnica o religiosa". A este respecto ha recordado el Centro de rehabilitación Regina Pacis en Amman y la entrega de la primera piedra de la universidad de Madaba, del Patriarcado latino de Jerusalén: "esta manifiesta de forma tangible que la Iglesia promueve la búsqueda de la verdad y del bien común y ofrece un espacio abierto y de calidad a cuantos quieren dedicarse a esa búsqueda, premisa indispensable para un diálogo verdadero y fructuoso entre las civilizaciones”.
La mañana de lunes 11 de mayo, la segunda etapa de la peregrinación: “llegué a Israel, - ha dicho el Papa - donde desde el inicio me presenté como peregrino de fe, en la Tierra en la que Jesús nació, vivió, murió y resucitó, y al mismo tiempo, como peregrino de paz para implorar de Dios que en el lugar donde se hizo hombre, todos los hombres vivan como hijos suyos, es decir como hermanos". Este segundo aspecto se vio de modo particular en los encuentros con las Autoridades civiles, mientras que hablando a los representantes de las Comunidades religiosas el Papa ha deseado que " la fe en un único Dios, justo y misericordioso… debe liberar toda su carga de respeto, de reconciliación y colaboración". Jerusalén, encrucijada de las tres grandes religiones monoteístas, en su mismo nombre - "ciudad de la paz” - " expresa el designio de Dios sobre la humanidad: hacer de ella una gran familia… Todos los creyentes, por tanto, deben dejar atrás prejuicios y voluntad de dominio y practicar con concordia el mandamiento fundamental: amar a Dios con todo su ser y amar al prójimo como a nosotros mismos. Esto es lo que están llamados a testimoniar los judíos, los cristianos y los musulmanes para honrar con los hechos al Dios que rezan con los labios”. Benedicto XVI, recordando su visita al Mausoleo de Yad Vashem, erigido en Jerusalén en honor de las víctimas del Shoah, ha afirmado: “¡No hay que olvidar jamás la tremenda tragedia de la Shoá! Es necesario que esté siempre en nuestra memoria como admonición universal del respeto sagrado por la vida humana que tiene siempre un valor infinito”.
A continuación, el Pontífice ha recordado los encuentros con las Comunidades católicas desde Tierra Santa a Jerusalén, a Belén y Nazaret. "En el Valle de Josafat, en Jerusalén, meditamos en la Resurrección de Cristo como fuerza de esperanza y paz para esa ciudad y el mundo entero. En Belén, en los Territorios Palestinos, la misa fue celebrada ante la Basílica de la Natividad con la participación de fieles procedentes de Gaza, que tuve la alegría de consolar personalmente, asegurándoles mi cercanía particular. Belén, lugar donde resonó el canto celestial de paz para los hombres, es el símbolo de la distancia que nos sigue separando del cumplimento de aquel anuncio: precariedad, aislamiento, incertidumbre, pobreza. Todo ello ha llevado a tantos cristianos a irse de allí. Pero la Iglesia sigue su camino, sostenida por la fuerza de la fe y atestiguando su amor con obras concretas de servicio a los hermanos, como el Caritas Baby Hospital de Belén, apoyado por las diócesis de Alemania y Suiza, y la acción humanitaria en los campos de refugiados. En el que visité, pude asegurar a las familias que allí se hospedan la cercanía y el aliento de la Iglesia universal, invitando a todos a buscar la paz con métodos no violentos, siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís. La tercera y última misa con el pueblo la celebré el jueves pasado en Nazaret, ciudad de la Sagrada Familia. Rezamos por todas las familias para que se redescubra la belleza del matrimonio y de la vida familiar, el valor de la espiritualidad doméstica y de la educación, la atención a los niños, que tienen el derecho a crecer en paz y serenidad”.
Al término de su discurso, el Santo Padre ha dicho: “Me gusta recapitular todo el itinerario que he podido realizar precisamente con el signo de la resurrección de Cristo: a pesar de las vicisitudes que a través de los siglos han marcado los santos lugares, a pesar de las guerras, las destrucciones y desgraciadamente los conflictos entre los cristianos, la Iglesia ha proseguido su misión, movida por el Espíritu del Señor resucitado. Está en camino hacia la unidad plena para que el mundo crea en el amor de Dios y experimente la alegría de su paz. De rodillas, en el Calvario y en el Santo Sepulcro invoqué la fuerza del amor que surge del misterio pascual, la única fuerza capaz de renovar a los hombres y de orientar hacia su fin la historia y el cosmos”.
Después de haber saludado a los peregrinos en las diversas lenguas, el Pontífice ha lanzado este breve llamamiento con ocasión de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: "El próximo domingo, la Iglesia celebrará el Día Mundial de las Comunicaciones sociales. En mi mensaje de este año, invito a todos los que utilizan las nuevas tecnologías de comunicación, en particular a los jóvenes, a aprovechar de modo positivo y a comprender el gran potencial de estos instrumentos para crear vínculos de amistad y solidaridad que puedan contribuir a un mundo mejor. Las nuevas tecnologías han modificado de manera fundamental el modo de difusión de las noticias y la información y comunicación y relación entre las personas. Deseo animar a cuanto acceden al ciberespacio a estar atentos a mantener y promover una cultura de auténtico respeto, diálogo y amistad en la que puedan florecer los valores de la verdad, armonía y comprensión. ¡Jóvenes! Me dirijo a vosotros en particular: ¡sed testigos de vuestra fe en el mundo digital! Emplead estas nuevas tecnologías para hacer conocer el Evangelio de modo que la Buena Nueva del amor infinito de Dios resuene en modos nuevos en nuestro mundo cada vez más tecnológico"! (S.L) (Agencia Fides 22/5/2009)

viernes, 15 de mayo de 2009

FINAL DEL VIAJE EN TIERRA SANTA

En la ceremonia de despedida realizada en el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv, ante un nutrido grupo de autoridades civiles y personalidades religiosas, el Papa se dirigió al presidente de Israel, Shimon Peres, con palabras de agradecimiento por la hospitalidad y el calor que recibió en su visita. “He venido a visitar este país como amigo de los israelíes y como amigo del pueblo palestino” afirmó el Pontífice manifestando que precisamente como amigo ha sido inevitable su aflicción por la continua tensión, su tristeza por los sufrimientos y las pérdidas de vidas humanas de ambos pueblos en los últimos seis decenios. Por ello su fuerte llamamiento por la paz.
“¡No más derramamiento de sangre! ¡No más conflicto! ¡No más terrorismo! ¡No más guerra! Rompamos el círculo vicioso de la violencia. Que pueda establecerse una paz duradera basada en la justicia, que haya una verdadera reconciliación y curación. Que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad en el interior de sus fronteras internacionalmente reconocidas. Que sea igualmente reconocido que el pueblo palestino tiene el derecho a una patria independiente, soberana, a vivir con dignidad y viajar libremente".
Y más concretamente, el Santo Padre pidió que la solución de dos Estados se haga realidad y que no se quede como un sueño. El Papa pidió que la paz pueda difundirse por estas tierras, que puedan ser “luz para las naciones”, dando esperanzas a muchas otras regiones que son golpeadas por conflictos.
Benedicto XVI recordó su visita al Memorial del Holocausto en Yah Vashem como uno de los momentos más solemnes de su permanencia en Israel, pues pudo mantener un conmovedor encuentro con algunos de los supervivientes, que le hicieron recordar su visita, hace tres años al campo de la muerte de Auschwitz donde tanto judíos fueron “brutalmente exterminados bajo un régimen sin Dios que propagaba una ideología de antisemitismo y de odio”.
“Ese espantoso capitulo de la historia no debe ser jamás olvidado o negado. Al contrario, esas oscuras memorias deben reforzar nuestra determinación para acercarnos cada vez más los unos a los otros como ramas del mismo olivo, nutridos por las mismas raíces y unidos por el amor fraterno”.
El tema de las relaciones entre cristianos y judíos fue tocado por el Pontífice inspirándose precisamente en el árbol de olivo, símbolo para ambas religiones, que junto al presidente plantó a su llegada a Israel. “Nos nutrimos de las mismas raíces espirituales” dijo el Papa reconociendo que a pesar de que en algunos momentos de la historia común ha habido una relación tensa, ahora nos encontramos “firmemente comprometidos en la construcción de puentes de duradera amistad”.
En su discurso, Benedicto XVI manifestó su alegría por haber podido reunirse con los jefes de la Iglesia Católica en Tierra Santa agradeciendo el trabajo que realizan para asistir a la grey del Señor. Igualmente, se refirió a los encuentros con los responsables de las distintas iglesias cristianas y comunidades eclesiales de la región invitando a un dialogo cada vez más fructífero.
“Esta tierra es verdaderamente un terreno fértil para el ecumenismo y el diálogo interreligioso y rezo para que la rica variedad de los testimonios religiosos en la región pueda traer frutos en una creciente comprensión recíproca y en el respeto mutuo”.
El Santo Padre al abrir su discurso habló de las fuertes impresiones que le ha dejado esta peregrinación a Tierra Santa, en la que pudo constatar -en sus reuniones con las autoridades civiles, tanto en Israel como en los territorios Palestinos-, los grandes esfuerzos que ambos gobiernos realizan para asegurar el bienestar de las personas. Y sin embargo, Benedicto XVI concluyó su discurso con lo que calificó la más triste de las visiones: el muro.
“Una de las visiones más tristes para mí durante mi visita a estas tierras ha sido el muro. Mientras lo costeaba, he rezado por un futuro en el que los pueblos de la Tierra Santa puedan vivir juntos en paz y armonía sin necesidad de semejantes instrumentos de seguridad y separación, sino respetándose y confiando el uno en el otro, en la renuncia de toda forma de violencia y de agresión”.
Benedicto XVI reconociendo cuán difícil puede ser esta tarea para las autoridades israelíes y palestinas, aseguró sus oraciones y las de todos los católicos del mundo, en el esfuerzo para construir una paz justa y duradera en la región.

BENEDICTO EN EL CAMPO DE REFUGIADOS


VATICANO - Benedicto XVI en Tierra Santa (20) - En el campo de refugiados: "de ambas partes del muro es necesario coraje para superar el miedo y la desconfianza. Se necesita magnanimidad para buscar la reconciliación después de años de enfrentamientos armados”
Belén (Agencia Fides) – Despidiéndose del "Caritas baby hospital", el Papa ha llegado al "Aida Refugee Camp" de Belén, uno de los campos de refugiados en los Territorios Palestinos, dónde conviven musulmanes y cristianos. "Mi visita al Campo de Refugiados de Aida esta tarde me brinda la agradable oportunidad de expresar mi solidaridad a todos los palestinos sin casa, que desean poder volver a los lugares de nacimiento, o vivir permanentemente en una patria propia” ha dicho Benedicto XVI en su discurso. En particular el Papa ha subrayado la importancia de la educación de los más pequeños, que expresa la esperanza en el futuro, y ha invitado a los jóvenes a prepararse para el tiempo en que serán "responsables de los asuntos del pueblo Palestino en los años venideros", exhortando a los padres a sustentar a los hijos "en sus estudios y en cultivar sus dones". Después de haber recordado a las familias divididas o que están en situaciones de sufrimiento, ha dicho: "tended la seguridad de que todos los refugiados palestinos en el mundo, especialmente los que han perdido la casa y a personas queridas durante el reciente conflicto de Gaza, son recordados constantemente en mis oraciones”.
Felicitándose por el buen trabajo desarrollado por numerosas agencias de la Iglesia en la asistencia de los refugiados, el Santo Padre ha recordado la figura de San Francisco y "la enorme contribución ofrecida por los numerosos miembros de la Familia franciscana en cuidar de la gente de estas tierras, haciendo de si mismos 'instrumentos de paz'… ¡Cuánto anhelan las personas de este campo, de estos Territorios y de toda la región la paz!"
El Pontífice ha citado a continuación los acontecimientos de mayo de 1948 y los años de un conflicto todavía no resuelto, que siguieron a aquellos acontecimientos: "Vuestras legítimas aspiraciones a una patria permanente, a un Estado Palestino independiente, continúan sin realizarse. Y vosotros, por el contrario, os sentís en una trampa, como muchos en esta región y en el mundo, en una espiral de violencia, de ataques y contraataques, de venganzas y de destrucciones continuas. Todo el mundo desea fuertemente que termine esta espiral, anhela que la paz ponga fin a las perennes hostilidades".
El Santo Padre ha continuado: "En un mundo en que se abren cada vez más las fronteras - al comercio, a los viajes, a la movilidad de la gente, a los cambios culturales - es trágico ver que continúan levantándose muros. ¡Cuántos aspiramos a ver los frutos de la difícil tarea de edificar la paz! ¡Con que ardor rezamos para que acaben las hostilidades que han causado la erección de este muro!". A continuación ha subrayado que "de ambas partes del muro es necesario coraje para superar el miedo y la desconfianza, para vencer la necesidad de venganza por las pérdidas o heridas. Se necesita magnanimidad para buscar la reconciliación después de años de enfrentamientos armados… Debe haber una determinación para emprender iniciativas fuertes y creativas para la reconciliación: si cada uno insiste en concesiones preliminares por parte del otro, el resultado será solo el punto muerto de las negociaciones".
El Santo Padre ha concluido su discurso con un llamamiento a la comunidad internacional, para que practique "su influencia en favor de una solución justa y duradera, en el respeto de las legítimas exigencias de todas las partes y reconociendo su derecho de vivir en paz y con dignidad, según el derecho internacional". Después ha pedido a cada uno un "profundo empeño en cultivar la paz y la no violencia, siguiendo el ejemplo de san Francisco y de otros grandes constructores de paz". (S.L) (Agencia Fides 15/5/2009)

miércoles, 13 de mayo de 2009

BENEDICTO XVI PRESIDIENDO LA EUCARISTIA FRENTE A LA BASÍLICA DE LA NATIVIDAD EN BELÉN EN LA PLAZA DEL PESEBRE


Al presidir esta mañana la Eucaristía frente a la Basílica de la Natividad en Belén, en la Plaza del Pesebre, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a ser "un puente de diálogo y de colaboración constructiva en la edificación de una cultura de paz que supere el actual estancamiento del miedo, de la agresión y de la frustración".

Ante unos cinco mil fieles presentes, el Santo Padre exhortó a edificar "vuestras iglesias locales, haciendo de ellas laboratorios de diálogo, de tolerancia y de esperanza, así como de solidaridad y de caridad práctica".

"Para los hombres y las mujeres de todos los lugares, Belén está asociada con el mensaje gozoso del renacimiento, de la renovación, de la luz y de la libertad. Y sin embargo, aquí en medio de nosotros, ¡qué lejos se ve esta magnífica promesa!", dijo el Pontífice.

En Belén, ciudad en donde nació el Niño Dios, Benedicto XVI resaltó que "aquí, entre todo tipo de contrariedades, las piedras siguen gritando esta 'buena nueva', el mensaje de redención que esta ciudad, por encima de todas las demás, está llamada a proclamar a todo el mundo".

"El mensaje de Belén es que seamos testigos del triunfo del amor de Dios sobre el odio, el egoísmo, el miedo y el rencor que paralizan las relaciones humanas y crean división entre hermanos que deberían vivir juntos en unidad, destrucciones donde los seres humanos deberían edificar, desesperación donde la esperanza debería florecer".

"¡No tengáis miedo!", clamó el Papa. "Este es el mensaje que el Sucesor de Pedro desea transmitiros hoy, haciendo eco al mensaje de los ángeles y a la consigna que el querido Papa Juan Pablo II os dejó en el año del Gran Jubileo del nacimiento de Cristo. Contad con las oraciones y la solidaridad de vuestros hermanos y hermanas de la Iglesia universal, y a través de iniciativas concretas consolidad vuestra presencia y ofreced nuevas posibilidades a quienes están tentados de partir".

Seguidamente el Papa exhortó a los católicos a ser "ante todo, testigos de la potencia de la vida, de la nueva vida que nos ha dado Cristo resucitado, de aquella vida que puede iluminar y transformar incluso las situaciones humanas más oscuras y desesperadas".

"Vuestra tierra no solo tiene necesidad de nuevas estructuras económicas y políticas, sino sobre todo –podríamos decir– de una nueva infraestructura 'espiritual', capaz de galvanizar las energías de todos los hombres y mujeres de buena voluntad al servicio de la educación, del desarrollo y de la promoción del bien común".

Finalmente, Benedicto XVI subrayó que "contáis con los recursos humanos para edificar la cultura de la paz y del respeto recíproco, que podrán garantizar un futuro mejor para vuestros hijos. Os espera esta noble empresa. ¡No tengáis miedo!".

El Santo Padre también se dirigió a los peregrinos de "la martirizada Gaza con motivo de la guerra: transmitid a vuestras familias y comunidades mi caluroso abrazo, mi pésame por las pérdidas, las adversidades y los sufrimientos que habéis tenido que soportar. Estad seguros de mi solidaridad en la inmensa obra de reconstrucción y de mis oraciones para que se levante pronto el embargo".

Luego de la Misa, el Papa se dirigió al Convento Casa Nova de Belén, la casa franciscana para los peregrinos, donde almorzó con los ordinarios de Tierra Santa y con la comunidad de franciscanos.


http://www.aciprensa.com/peregrinacion/historica/pere6.html

EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI EN EL MURO DE LAS LAMENTACIONES REZANDO


Agencia Fides) - Dejada la Explanada de las Mezquitas, el Santo Padre Benedicto XVI ha ido al "Western Wall", comúnmente dicho "Muro de las Lamentaciones”. Aquí el Rabino Capo ha leído un salmo en hebreo, a continuación el San Padre ha leído uno en latín y se ha detenido luego en silenciosa oración ante el Muro, antes de deponer en sus hendiduras un billete con una oración escrita. Luego ha ido en coche al Centro "Hechal Shlomo", sede del Gran Rabinado en Jerusalén, para una visita de cortesía a los dos Rabinos Jefes de Israel: el Gran Rabino askenazi Yona Metzger y el Gran Rabino sefardí Shlomo Amar. En el curso de la parte pública del encuentro, después del saludo de los dos Grandes Rabinos, el Santo Padre ha pronunciado un discurso en el que ha agradecido los dos Grandes Rabinos "por sus calurosas palabras de bienvenida y por el deseo que han expresado de seguir fortificando los vínculos de amistad que la Iglesia Católica y el Gran Rabinado se han comprometido tan diligentemente a hacer avanzar en la última década".
Benedicto XVI ha reafirmado su deseo "de profundizar la recíproca comprensión y la cooperación entre la Santa Sede, el Gran Rabinado de Israel y el pueblo Hebreo en todo el mundo", siguiendo el camino indicado por el Papa Juan Pablo II, invitando a "dar gracias al Omnipotente por las muchas bendiciones que han acompañado el diálogo conducido por la comisión bilateral, y para mirar con esperanza a sus futuras sesiones… Judíos y cristianos están preocupados por asegurar el respeto por la sacralidad de la vida humana, la centralidad de la familia, una profunda educación de los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana. Estos temas de diálogo no representan más que la fase inicial de lo que esperamos sea un sólido y progresivo camino hacia una mejor comprensión recíproca”.
Entre los elementos comunes a las dos tradiciones religiosas, el Santo Padre ha citado la "preocupación frente al relativismo moral y a las ofensas que produce contra la dignidad de la persona humana" y ha continuado: " Al afrontar las cuestiones éticas más urgentes de nuestros días, nuestras dos comunidades se encuentran ante el desafío de comprometer a las personas de buena voluntad con el nivel de la razón, presentando al mismo tiempo los fundamentos religiosos que sostienen de la mejor manera los perennes valores morales. Que el diálogo iniciado continúe generando ideas sobre cómo es posible que cristianos y judíos puedan trabajar juntos para elevar la consideración de la sociedad por las contribuciones características de nuestras tradiciones religiosas y éticas”.
Al término de su discurso el Santo Padre ha recordado que "la Iglesia católica está irrevocablemente comprometida en el camino escogido por el Concilio Vaticano II para una auténtica y duradera reconciliación entre cristianos y judíos. Como ha aclarado la declaración Nostra Aetate, la Iglesia sigue valorando el patrimonio espiritual común de cristianos y judíos, y desea una comprensión mutua cada vez más profunda y el respeto a través de los estudios bíblicos y teológicos, así como a través de los diálogos fraternos”. (S.L) (Agencia Fides 13/5/2009)

martes, 12 de mayo de 2009

BENEDICTO XVI EN TIERRA SANTA


VATICANO - Benedicto XVI en Tierra Santa (8) - Bendición de la primera piedra de las iglesias en el Jordán: "La primera piedra de una iglesia es símbolo de Cristo. La Iglesia se apoya en Cristo, está sostenida por Él y no puede separarse de Él”
Betania (Agencia Fides) - La tarde del domingo 10 de mayo, el Santo Padre Benedicto XVI ha ido a Bethany beyond the Jordan, región que fue el centro de la actividad de San Juan Bautista y escenario de la vida pública de Jesús. Después de visitar el itinerario arqueológico del Sitio del Bautismo, el Papa bendijo la primera piedra de la Iglesia de los latinos y de los Greco-Melquita.

"La primera piedra de una iglesia es símbolo de Cristo - ha dicho el Papa en su discurso antes del rito de bendición -. La Iglesia se apoya en Cristo, está sostenida por Él y no puede separarse de Él. Él es el único cimiento de toda comunidad cristiana… Con Él, también nosotros somos piedras vivas construidas como edificio espiritual, lugar de morada para Dios". Citando a continuación a San Agustín, ha subrayado que la realidad de la Iglesia "es Cristo y nosotros, Cristo con nosotros. Él es con nosotros como la vida con sus sarmientos. La Iglesia es en Cristo una comunidad de vida nueva, un realidad dinámica de gracia que procede Él. A través de la Iglesia, Cristo purifica nuestros corazones, ilumina nuestras mentes, nos une con el Padre y, en el único Espíritu, nos conduce a un ejercicio diario de amor cristiano. Confesamos esta gozosa realidad como Iglesia una, santa, católica, y apostólica”.
Luego Benedicto XVI ha recordado que "entramos en la Iglesia a través del Bautismo" y la memoria del bautismo de Cristo "está vivamente presente ante nosotros en este lugar", dónde "Jesús se puso en la fila con los pecadores y aceptó el bautismo de penitencia de Juan". Después ha exhortado a los presentes: " Que el Jordán os recuerde siempre que habéis sido lavados en las aguas del Bautismo y que os habéis convertido en miembros de la familia de Jesús. Vuestras vidas, en obediencia a su palabra, son transformadas en su imagen y semejanza. Al esforzaros por ser fieles a vuestro compromiso bautismal de conversión, testimonio y misión, sabéis que sois fortificados por el don del Espíritu Santo”.
Por último, el Pontífice ha exhortado a los presentes "a crecer en toda esa gama de nobles actitudes que son conocidas con el nombre bendito de ágape, amor cristiano": "Promoved el diálogo y la comprensión en la sociedad civil, especialmente cuando reivindicáis vuestros legítimos derechos. En Oriente Medio, marcado por el trágico sufrimiento, por años de violencia y cuestiones sin resolver, los cristianos están llamados a ofrecer su contribución inspirada por el ejemplo de Jesús, de reconciliación y de paz con el perdón y la generosidad”. (S.L) (Agencia Fides 12/5/2009)

martes, 28 de abril de 2009

INTENCIÓN MISIONERA


“Para que las Iglesias católicas de reciente fundación, agradecidas al Señor por el don de la fe, estén dispuestas a participar en la misión universal de la iglesia ofreciendo su disponibilidad a predicar el Evangelio en todo el mundo” Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre para el mes de mayo 2009

Ciudad del vaticano (Agencia Fides) - El Señor Jesús envió a los Apóstoles a predicar el evangelio al mundo entero. Como fruto de la vitalidad de su Palabra y de la potencia de su gracia, el Reino se ha ido extendiendo poco a poco por todo el mundo. El Dios Trinitario ha comenzado a vivir en los corazones de muchos hijos suyos que habitaban en tierras donde nunca se había oído hablar del único Salvador del mundo: Jesucristo.
Gracias al trabajo que muchos misioneros han realizado entregando generosamente su vida, la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, ha ido creciendo y haciéndose presente en muchos lugares del planeta, buscando con celo materno a los hijos que habitaban los cuatro confines de la tierra. Como fruto de esta presencia, se han ido estableciendo nuevas diócesis, jóvenes Iglesias, en cuya vida esta presente el misterio de la Iglesia universal.
El Papa invita a estas jóvenes Iglesias a mostrarse agradecidas por el don de la fe. Ciertamente la fe, es el don más grande que Dios nos hace. Ésta no es solamente la aceptación de un conjunto de verdades intelectuales o de un sistema ético. La fe hace posible entrar en comunión de vida con Dios, vivir su vida divina. S. Juan nos asegura que “creyendo, tendremos vida en su nombre” (cfr. Jn 20, 31). Esta comunión de vida que brota de la fe, se fundamenta en el amor. Creer es conocer el amor personal que Dios tiene por mí. De ahí que la verdadera fe, como amor verdadero que es, no puede quedarse en silencio. El amor, como el bien, es diffusivum sui, exige ser comunicado por su propio ser. Esto fundamenta que una Iglesia que vive la alegría de su fe, una Iglesia joven con la frescura del amor por Jesucristo, necesite ser también misionera, extendiendo a otros el Dios-amor que ha conocido. Hablando de S. Pablo, decía Benedicto XVI: “En el camino de Damasco había experimentado y comprendido que la redención y la misión son obra de Dios y de su amor. El amor a Cristo lo impulsó a recorrer los caminos del Imperio romano como heraldo, apóstol, pregonero y maestro del Evangelio” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2008).
El Decreto Ad gentes dice en el número 20, hablando de las Iglesias de reciente fundación: “Para que este celo misional florezca entre los nativos del lugar es muy conveniente que las Iglesias jóvenes participen cuanto antes activamente en la misión universal de la Iglesia, enviando también ellos misioneros que anuncien el Evangelio por toda la tierra, aunque sufran escasez de clero. Porque la comunión con la Iglesia universal se completará de alguna forma cuando también ellas participen activamente del esfuerzo misional para con otros pueblos”.
Todos debemos recordar la parábola de la viuda que echó sólo dos pequeñas monedas en el cepillo del Templo. Ella, nos asegura el Señor, “ha echado más que todos” (cfr. Mc 12, 43). De ahí que sea necesario cultivar un generoso espíritu misionero. Cada Iglesia es responsable del crecimiento de toda la Iglesia universal.
Es cierto que las Iglesias de vieja raigambre en la fe, han contribuido a la extensión del Evangelio con mucha generosidad en el pasado. Quizá sea necesario hoy, sacudirse la comodidad, los complejos y los miedos ante una sociedad secularizada, y renovar también el espíritu evangelizador.
Demos gracias a Dios por la vitalidad y generosa floración de vocaciones en las Iglesias jóvenes. Ellas constituyen un testimonio de la eterna juventud de Dios y de la fuerza del Espíritu Santo.
Pidamos a María, en este mes a ella dedicado, que nos acompañe en la oración. Recogidos con Ella en el cenáculo a la espera de un nuevo Pentecostés en el amor, oremos para que la Iglesia de Cristo, de la que Ella es imagen consumada como Madre-Virgen, siga engendrando hijos “en el Hijo” por la fe y el bautismo. (Agencia Fides 28/4/2009)

lunes, 27 de abril de 2009

VATICANO - SIETE CARDENAL ENVIADOS ESPECIALES DEL SANTO PADRE A LAS CELEBRACIONES CONCLUSIVAS DEL AÑO DEDICADO A SAN PABLO EN LOS LUGARES PAULINOS

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Con ocasión de la clausura del año dedicado al apóstol San Pablo, que se tendrá de forma contemporánea el 29 de junio de 2009 en los diversos "lugares paulinos", el Santo Padre Benedicto XVI ha nombrado siete Cardenales en calidad de Enviados Especiales a las correspondientes celebraciones. A Tierra santa el Card. Walter Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la unidad de los Cristianos; a Malta el Card. Ennio Antonelli, Presidente del Consejo Pontificio por la Familia; a Chipre el Card. Renato R. Martino, Presidente del Consejo Pontificio Justicia y la Paz; a Turquía el Card. Jean-Louis Tauran, Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso; a Grecia el Card. Jozef Tomko, Prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; a Siria el Card. Antonio Mª. Rouco Varela, Arzobispo de Madrid; a Líbano el Card. André Vingt-Trois, Arzobispo de París. (S.L) (Agencia Fides 27/4/2009)

sábado, 25 de abril de 2009

SAN PABLO


Simposio sobre San Pablo en la Universidad Católica de África oriental

Eldoret (Agencia Fides) - La sede de Kenya de la Universidad Católica de África oriental (CUEA) ha organizado un Simposio sobre San Pablo para celebrar el Año Paulino instituido por Benedicto XVI. El Simposio se realizará el lunes 27 de abril en el campus universitario de Eldoret. Según las informaciones difundidas por la Agencia CISA, tomarán la palabra S.E. Mons. Cornelius Korir, Obispo de Eldoret; el Rev. Prof. C. Majawa, Decano de la facultad de Teología de la CUEA, que hablará sobre “San Pablo modelo de reconciliación y de resolución de los conflictos”; el Rev. p. Faustine Kamugisha ilustrará el tema “San Pablo y el ministerio pastoral de la Iglesia en los tiempos modernos”; el Rev. Dr. Fredrick Nvumbi, responsable de los Estudios Religiosos en la CUEA, se detendrá sobre “San Pablo, prototipo del Diálogo interreligioso”; el Rev. Dr. Pius Rutechura, Secretario general del AMECEA se centrará finalmente sobre “La familia como cuna de la Iglesia en las Cartas de San Pablo”. (S.L.) (Agencia Fides 23/4/2009; líneas 12, palabras 179)

jueves, 16 de abril de 2009

JESÚS HA RESUCITADO ¡¡ALELUYA!!


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "También este año, resuena en Pascua inmutable y siempre nueva, en todos los rincones de la tierra, esta buena noticia: Jesús muerto en la cruz ha resucitado, vive glorioso porque ha derrotado el poder de la muerte, ha llevado al hombre a una nueva comunión de vida con Dios y en Dios. Ésta es la victoria de la Pascua, nuestra salvación”. Lo ha subrayado el Santo Padre Benedicto XVI en la catequesis durante la audiencia general del miércoles 15 de abril, realizada en la plaza de San Pedro, que ha dedicado al significado de la resurrección de Cristo.
Después de haber puesto en evidencia el "gozo espiritual", la alegría "que emana de la certeza que Cristo, con su muerte y resurrección, ha triunfado definitivamente sobre el mal y sobre la muerte", el Papa ha afirmado que "el misterio de la Pascua abraza todo el arco de nuestra existencia", y ha subrayado que "en este tiempo litúrgico son muchas las referencias bíblicas y los estímulos a la meditación que se nos ofrecen para profundizar en el sentido y el valor de la Pascua”.
Benedicto XVI ha definido a continuación "fundamental para nuestra fe y para nuestro testimonio cristiano proclamar la resurrección de Jesús de Nazaret como un evento real, histórico, certificado por muchos y acreditados testigos" después ha proseguido: “lo afirmamos con fuerza porque, también en estos tiempos, no falta quien trata de negar su historicidad reduciendo la narración evangélica a un mito, a una 'visión' de los Apóstoles, retomando y presentando viejas y ya consumadas teorías como nuevas y científicas. Ciertamente la resurrección no fue para Jesús un simple retorno a la vida anterior… La resurrección se sitúa en otra dimensión: es el paso a una dimensión de vida intensamente nueva, que nos interesa también a nosotros, que implica toda la familia humana, la historia y el universo… La resurrección de Jesús funda nuestra firme esperanza e ilumina toda nuestra peregrinación terrena, incluido el enigma humano del dolor y la muerte. La fe en Cristo crucificado y resucitado es el corazón de todo el mensaje evangélico, el núcleo central de nuestro 'Credo'.
A este punto el Santo Padre ha citado un pasaje de la Primera Carta a los Corintios (15,3-8) en la que el apóstol Pablo transmite fielmente lo que él recibió de la primera comunidad apostólica sobre la muerte y resurrección del Señor. "San Pablo presenta ante todo la muerte de Jesús y pone, en un texto tan breve, dos añadidos a la noticia de que 'Cristo murió'. El primer añadido es: murió 'por nuestros pecados'; el segunda es: 'según las Escrituras'. Esta expresión 'según las Escrituras' pone el acontecimiento de la muerte del Señor en relación con la historia de la alianza veterotestamentaria de Dios con su pueblo, y nos hace comprender que la muerte del Hijo de Dios pertenece al tejido de la historia de la salvación, es más, nos ayuda a entender que tal historia recibe de esta su lógica y su verdadero sentido… Como y porque sucedió esto se comprende lo de la otra añadidura que san Pablo hace: Cristo murió 'por nuestros pecados'. Con estas palabras el texto paulino parece retomar la profecía de Isaías contenida en el Cuarto Canto del Siervo de Dios (cfr Is 53,12). El Siervo de Dios - así dice el Canto – ‘se despojó a si mismo hasta la muerte', ha llevado 'el pecado de muchos', e intercediendo por los 'culpables' ha podido obtener el don de la reconciliación de los hombres entre ellos y de los hombres con Dios: la suya es pues una muerte que pone fin a la muerte; la vía de la Cruz lleva a la Resurrección. En los versículos que siguen, el apóstol se detiene luego en la resurrección del Señor… No pocos exegetas entreven en la expresión: ‘resucitó al tercer día según las Escrituras’ una significativa llamada de lo que leemos en el Salmo 16, dónde el Salmista proclama: No abandonarás mi vida en los infiernos ni dejarás que tu fiel vea la corrupción', (v.10). Es este uno de los textos del antiguo Testamento, citados con frecuencia en el cristianismo primitivo, para probar el carácter mesiánico de Jesús. Ya que según la interpretación judía la corrupción empezó después del tercer día, la palabra de la Escritura se cumple en Jesús que resucita al tercer día, primera es decir, antes de que empiece la corrupción. San Pablo, transmitiendo fielmente la enseñanza de los Apóstoles, subraya que la victoria de Cristo sobre la muerte se produce por la potencia creadora de la Palabra de Dios. Esta potencia divina trae esperanza y alegría: es este, en definitiva el contenido liberador de la revelación pascual. En la Pascua, Dios se revela a si mismo y la potencia del amor trinitario que destruye las fuerzas destructoras del mal y la muerte".
El Pontífice ha concluido su catequesis exhortando a los presentes a dejarse iluminar "por el resplandor del Señor resucitado. Acojámoslo con fe y adhirámonos generosamente a su Evangelio, como hicieron los testigos privilegiados de su resurrección; como hizo, muchos años después, san Pablo que encontró al divino Maestro de modo extraordinario en el camino de Damasco. No podemos quedarnos para nosotros el anuncio de esta Verdad que cambia de la vida de todos… la Virgen Maria nos ayude a cultivarnos en nosotros, y a nuestro alrededor este clima de alegría pascual, para ser testigos del amor divino en todas las situaciones de nuestra existencia". (S.L) (Agencia Fides 16/4/2009)

martes, 10 de febrero de 2009

MENSAJE DE BENEDICTO XVI SOBRE LA CUARESMA


VATICANO - En el Mensaje para la Cuaresma el Papa recuerda que el ayuno "para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios”
Ciudad del Vaticano: En su Mensaje para la Cuaresma 2009, titulado "Jesús, después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre" (Mt 4,2), el Santo Padre Benedicto XVI se detiene en el valor y el sentido del ayuno. "La Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública" escribe al Papa. “Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento”.El Santo Padre, citando diversos pasajes del Antiguo Testamento, comenzando por el libro del Génesis, pone en evidencia el hecho de que "puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor". En el Nuevo Testamento, Jesús explica diversas veces la razón profunda del ayuno, "estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios": "el verdadero ayuno… consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34).,… con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia". La práctica del ayuno estuvo muy presente en la primera comunidad cristiana, y también los Padres de la Iglesia hablan "de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana”.“En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo" destaca el Papa, subrayando que "ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios". Benedicto XVI invita a continuación a retomar la Constitución Apostólica Pænitemini del Siervo de Dios Pablo VI, para valorizar "el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo”.Además la práctica del ayuno contribuye "a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor… Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios. Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos… Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño”.El Santo Padre invita después a las parroquias y todas las comunidades "a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido”.El Mensaje concluye subrayando que "el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos", y " tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios. Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical". Benedicto XVI invoca la intercesión de la Beata Virgen María, Causa nostrae laetitiae, para que nos acompañe en el camino cuaresmal "y nos sustente en el esfuerzo de liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. (S.L) (Agencia Fides 26/2/2009)

martes, 27 de enero de 2009

PALABRAS DS BENEDICTO XVI EN LA BASÍLICA DE SAN PABLO EXTRAMUROS


Ciudad del Vaticano. “La conversión de san Pablo nos ofrece el modelo y nos indica el camino para ir hacia la unidad plena. La unidad de hecho requiere una conversión: de la división a la comunión, de la unidad herida a la unidad curada y plena. Esta conversión es un don de Cristo resucitado, como sucedió con san Pablo”. Son las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI en la Basílica de San Pablo Extramuros, donde presidió en la tarde del domingo 25 de enero la Celebración de las segundas Vísperas en la solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, con las que se concluyó la Semana de la Oración por la Unidad de los Cristianos.
“La conversión implica dos dimensiones – explicó el Santo Padre en la homilía –. En el primer paso se conocen y se reconocen a la luz de Cristo las culpas, y este reconocimiento se convierte en dolor y arrepentimiento, deseo de un nuevo comienzo. En el segundo paso se reconoce que este nuevo camino no puede venir de nosotros mismos. Consiste en dejarse conquistar por Cristo... La conversión exige nuestro sí, mi ‘correr’ no es en última instancia una actividad mía, sino un don, un dejarse formar por Cristo; es muerte y resurrección... Y solo en esta renuncia a nosotros mismos, en esta conformidad con Cristo estamos unidos también entre nosotros, nos convertimos en ‘uno’ en Cristo. Es la comunión con Cristo la que nos da la unidad”.
Comentando el tema escogido para la Semana de Oración de este año – “Estarán unidas en tu mano” (Ez 37, 17) – el Pontífice señalo que en este texto bíblico del profeta Ezequiel “se presenta el gesto simbólico de los dos palos unidos en la mano del profeta, que con este gesto representa la futura acción de Dios”. La primera parte del capítulo 37 contiene la célebre visión de los huesos secos y de la resurrección de Israel, realizada por el Espíritu de Dios. “De ahí deriva un esquema teológico análogo al de la conversión de san Pablo: en primer lugar está el poder de Dios, que con su Espíritu opera la resurrección como una nueva creación. Este Dios, que es el Creador y es capaz de resucitar a los muertos, es también capaz de reconducir a la unidad el pueblo dividido en dos. Pablo – como y más que Ezequiel – se convierte en instrumento elegido de la predicación de la unidad conquistada por Jesús mediante la cruz y la resurrección: la unidad entre los judíos y los paganos, para formar un solo pueblo nuevo. La resurrección de Cristo extiende el perímetro de la unidad: no sólo unidad de las tribus de Israel, sino unidad entre hebreos y paganos; unificación de la humanidad dispersa por el pecado y aún más unidad de todos los creyentes en Cristo”.
La elección de este pasaje del profeta Ezequiel como tema de la Semana de oración 2009 se la debemos a los hermanos de Corea, los cuales “en la división del pueblo hebreo en dos reinos se han visto reflejados como hijos de una única tierra, que las circunstancias políticas han separado, parte al norte y parte al sur. Y esta experiencia humana suya les ha ayudado a comprender mejor el drama de la división entre los cristianos”. El Papa afirmó a continuación: “Dios promete a su pueblo una nueva unidad, que debe ser signo e instrumento de reconciliación y de paz también en el plano histórico, para todas las naciones. La unidad que Dios da a su Iglesia, y por la cual rezamos, es naturalmente la comunión en sentido espiritual, en la fe y en la caridad; pero nosotros sabemos que esta unidad en Cristo es fermento de fraternidad también en el plano social, en las relaciones entre las naciones y para toda la familia humana”.
La oración de estos días, continuó el Papa, se ha hecho también intercesión para las diversas situaciones de conflicto que actualmente afligen a la humanidad: “la fuerza profética de la Palabra de Dios no disminuye y nos repite que la paz es posible, y que nosotros debemos ser instrumentos de reconciliación y de paz. Por eso nuestra oración por la unidad y por la paz pide siempre ser comprobada con gestos de reconciliación entre nosotros los cristianos. Pienso también en Tierra Santa: qué importante es que los fieles que viven allí, como también los peregrinos que allí acuden, ofrezcan a todos el testimonio de que la diversidad de los ritos y de las tradiciones no debería constituir un obstáculo al mutuo respeto y a la caridad fraterna. En la legítima diversidad de las distintas tradiciones debemos buscar la unidad de la fe, en nuestro ‘sí’ fundamental a Cristo y a su única Iglesia. Y así las diferencias no serán un obstáculo que nos separe, sino riqueza en la multiplicidad de las expresiones de la fe común”.
En la conclusión de la homilía el Santo Padre recordó que el 25 de enero de 1959, hace cincuenta años, el beato Papa Juan XXIII manifestó por primera vez, en la Sala Capitular del Monasterio de San Pablo, después de haber celebrado la Misa Solemne en la Basílica, su voluntad de convocar “un Concilio ecuménico para la Iglesia universal”. “De aquella providencial decisión – afirmó el Pontífice –, sugerida a mi venerado predecesor, según su firme convicción, por el Espíritu Santo, derivó también una contribución fundamental al ecumenismo... Los frutos de los diálogos teológicos, con sus convergencias y con la identificación más precisa de las divergencias que aún permanecen, empujan a proseguir valientemente en dos direcciones: en la recepción de cuanto ha sido alcanzado positivamente y un compromiso renovado hacia el futuro”. (S.L.) (Agencia Fides 26/1/2009; líneas 62, palabras 986)